Amalia Caridad Cordero Martínez
Escritora cubana

Al incorporarme  a las redes sociales, bastante tarde por cierto, comencé  a buscar páginas relacionadas con la literatura. A través de ellas conocí escritores que no había escuchado mencionar. Comencé a seguir sus publicaciones y a comentarlas. Sobre todo a aprender de ellos. Puse más alta la varilla de mis proyectos y comencé a  escribir microrrelatos, un género que nunca estuvo en mi horizonte. Publiqué algunos llena de temores. Hasta que  los fueron evaluando y haciéndome señalamientos que recibí con mucho agrado. En esos intercambios he recibido libros digitales, entre los que ha estado el obsequio de Homero de Carvalho, su novela Santo Vituperio. Como un buen vino la he disfrutado a sorbitos.   

Su tema central es el asesinato de una prostituta y el posterior desenlace de hechos dentro de los cuales se involucran a muchos pobladores e instituciones sociales. La ciudad, que se vislumbra protagónica, exhibe su origen desde la Colonia con la arquitectura de sus fachadas,  el trazado de las calles, los hábitos de su población, los establecimientos recreativos y los personajes emblemáticos, como elemento imprescindible, que la mantienen viva. Al tiempo se descubre cómo se renueva con el ritmo del desarrollo económico del mundo. Entonces  vislumbra en el argumento el mismo fenómeno que en la vida de las personas. Conviven el pasado con la modernidad del presente a la vez con desigualdades sociales, miserias humanas y otros conceptos sobre los valores que deben perpetuarse y cómo lograrlo. Queremos recordar la infancia y mantener viva su fantasía, pero cada vez más, entran en juego ideas y procederes nuevos. He ahí el panorama que me atrapó desde las primeras líneas.

EL autor la concibió en el 2001. Se publicó por primera vez en 2003 y se ha reeditado nueve veces. En este 2022 saldrá la décima publicación.  Se ha estructurado en veintisiete capítulos y ciento cuarenta y una páginas.

El escritor escogió  como ámbito los  cafés. Sus peculiaridades dan autenticidad a las historias. Había captado  … que los cafés ejercían una extraña influencia sobre quienes los visitaban. Ahí radica la riqueza del texto por la amalgama de lo material y lo diverso espiritual.  Con ellos se identifican  nuestros pueblos de América donde es una costumbre pueblerina asistir  a  los cafés, los bodegones y las fondas. Al calor del disfrute  de un humeante café, un poco de alcohol o para algunos, la búsqueda de compañía,  incitan a la comunicación donde aflora la necesidad de evaluar lo que nos rodea: la vida que llevan muchos personajes, los accidentes que se describen en todos sus detalles o brotan las estrategias de cada uno para resolver los asuntos que los gobiernos van dejando de solucionar.  Desde los primeros capítulos  los sucesos alrededor del asesinato de Inés de las Muñecas se van acelerando con habilidad de tejedora a crochet. En la narración, desde sus observaciones cada personaje absorbe y crea una historia de vida sobre la occisa  para propiciarnos, además,  cómo nos elaboramos las emociones. El fluir de los asombros, los miedos y las necesidades espirituales van engrosando los mitos y leyendas que se arropan para desembocar en  el imaginario popular. Se escurre entre los argumentos de la trama

La escritura sencilla y fluida logra ser una conversación informal que involucra al lector, para que pueda seguir el curso de  los acontecimientos alrededor del suceso y el progreso de las investigaciones. Resulta muy interesante el surgimiento de voces nuevas como la iglesia que lucha por mantener su hegemonía y traza planes para desarrollar la labor mística, que a pesar de su inflexibilidad, va modificando para estar a tono con la era de la tecnología, mientras para la gente pobre es una necesidad comunicarse a fin de buscar un consuelo al compartir lo que les preocupa. Los comerciantes con su mirada fija en montar nuevos negocios, se instalan con innumerables iniciativas, aprovechan la circunstancia para obtener ganancias a expensas del mito en desarrollo.

A partir del triste hecho que ha ocurrido en un lugar abierto como la calle, donde hay innumerables testigos,  se escucha una gran cantidad de voces dentro de la trama.  No olvida el escritor que cada voz tiene un modo personal de interpretar la misma realidad y de crear su fantasía. Así se desgranan historias que, como una caja china, nacen unas de las otras y mantienen un dato escondido que el lector  persigue a través de sutiles indicios.

Es una novela corta que nos deja en el impulso para volver de nuevo a la primera hoja y reiniciar la lectura. En muchas veces que volvamos por ella, siempre decubriremos nuevos detalles a considerar de los  hechos y de la obra literaria lograda por Homero de Carvalho.

Es una pena que este escritor y su obra no sean divulgados en mi país. Al menos que yo conozca.