Maurizio Bagatin
Lo más profundo es la piel, son las palabras de un poeta, Paul Valéry, y sin embargo cultivamos papas en esta fértil tierra, pan de los pobres y cultivo milenario, bajo esta tierra existen más de mil quinientas variedades, algún día engordaban surcos y satisfacían fuertes hombres y mujeres. La papa es también metáfora de muchos hechos, crece y se desarrolla, antes de deslumbrarnos, bajo la tierra, a escondidas de la luz del sol… Bolivia es única, Bolivia tiene una reputación, nos recordó un historiador, James Dunkerley. Bolivia es el país de Olañeta y del triple empate, del empate catastrófico y del dictador elegido.
Mucha violencia para mucha historia. El positivismo opacó una posible lectura de Arguedas, y aún de todas las grandes contradicciones, las infinitas traiciones, de las interminables venganzas. Las increíbles vivezas criollas hicieron lo demás. Y lo siguen haciendo. Dormimos desde siempre con nuestro enemigo. Mañana no cambiará. El miserable será aún más miserable, el pobre aún más pobre y el rico aún más rico también en este mágico y maltratado país.
Heridas profundas sin cicatrizar… país de símbolos y de tribalismos Divide et impera… sonrisa de gatos, miradas desdeñosas y eternas soledades. Seguimos siendo el íncipit de Anna Karenina y la poesía de Arthur Rimbaud. El poeta ya lo escribió: “Este país tan solo en su agonía/tan desnudo en su altura/tan sufrido en su sueño/doliéndole el pasado en cada herida”.
Imagen: Svend Ratsack, Caín y Abel, 1910
