Para fijar el contexto de esta columna, recordemos que hasta el pasado día jueves, 9 de abril, la cantidad total de personas contagiadas con COVID-19 en el país sumaban 268, con 19 fallecidos. En tanto que en La Paz se contabilizaban 57 enfermos y 7 decesos.
El día miércoles, horas antes del sorpresivo cambio en el Ministerio de Salud, el extitular de este despacho habría revelado que, según proyecciones elaboradas en esa Secretaría de Estado, podrían registrarse en el país 48.000 nuevos contagios con Covid 19 en los proximos seis meses, atemorizante anuncio seguido por el pedido de mantener la cuarentena rígida, porque con ella esa cifra podría bajar a 4.000.
Así, el todavía Ministro en funciones habría formulado tres sorprendentes revelaciones: elevadísimo número de contagios potenciales, prolongado tiempo de la emergencia sanitaria y preocupante número de infectados aún con cuarentena (noticia difundida en el portal https://eldeber.com.bo/173557_proyeccion-estima-hasta-48000-casos-de-coronavirus-y-el-lunes-se-definira-si-se-amplia-la-cuarentena).
Analicemos algunas derivaciones de esos anuncios. La epidemia del Covid19 comenzó en Bolivia el 10 de marzo, cuando aparecieron las dos primeras pacientes, transcurrieron, por tanto, hasta el martes, 31 días con presencia del virus en nuestro territorio. Anotemos también que en este intervalo de tiempo, 19 días se soportaron en cuarentena, lapso en el que 268 personas fueron identificadas como portadoras del CoV2. Se dice, empero, que existirían muchas más, cuya cuantía se desconoce por la ausencia de testeo amplio.
Siguiendo las revelaciones del Ministerio ¿si se suspendiera la cuarentena, cuántos contagios diarios promedio se contabilizarían en los próximos seis meses?: por encima de 266 (48.000/180), vale decir que cada día se sumarían a la lista de víctimas del CoV2 una cantidad igual al agregado total de los 29 días anteriores.
Veamos ahora la proyección de los contagiados persistiendo el aislamiento obligatorio, para ello, asumamos que la cuarentena se prolongue seis semanas adicionales, hasta el 30 de mayo, escenario en el que los portadores potenciales del virus podrían aumentar en un promedio de 89 personas cada día (4.000/45), lo que también resultaría preocupante, dado que en los 19 días que lleva el aislamiento el incremento promedio diario fue de 12,8 nuevos pacientes. Este razonamiento se basa también en la presunción de la inviabilidad de una cuarentena de seis meses.
Pregunta: ¿la diferencia entre el registro histórico de 12.8 y el proyectado de 89 estará mostrando la magnitud de la cantidad de portadores no detectados por ausencia de análisis de laboratorio? Si así fuera, entonces a los 268 identificados hasta el jueves deberían añadirse 3,161 contagiados (76,2 x 45 – 268). ¿Son estas las cifras que maneja el Ministerio de Salud? Sean ellas, o cualesquiera otras, las y los bolivianos tenemos derecho a conocerlas.
¿Y qué tiene que ver aquí la Gobernación de La Paz, o más propiamente el Sedes de La Paz?: el grave problema de la elevada mortalidad, resultante del peso relativo de siete fallecidos sobre un total de 57 portadores del CoV2; es decir, 12.3%, una tasa de las más elevadas del mundo. Este trágico indicador no puede ser, no es, sólo resultado de los portadores asintomáticos no detectados, tal parece que el sistema de salud departamental, en general, y los dispositivos adoptados en el departamento son inadecuados e insuficientes para enfrentar la crisis sanitaria.
Hagamos el ejercicio: supongamos que de los 89 nuevos pacientes diarios, anunciados implícitamente por el Ministro saliente, sólo 20 serían enlistados en La Paz, si así fuera, en la ampliación de la cuarentena, los centros de salud de La Paz tendrán que cobijar a por lo menos 900 portadores del CoV2. El cálculo de la mortalidad dejo a los lectores.
Esta es la primera tarea del nuevo Ministro de Salud: debe despejar inmediatamente estas dudas; difundir el estudio completo, si existe, e impulsar la adopción de las medidas necesarias, por duras que fuesen, para enfrentar lo que viene. Las personas tenemos el derecho de conocer esa información, porque atañe a nuestras vidas, y una obligación: contribuir al cumplimiento de las determinaciones adoptadas desde el Estado.
Carlos Böhrt I. es un ciudadano crítico.