Uno de los pilares argumentativos de los regímenes a cargo del MAS se afinca poderosamente en lo que denominan “movimientos sociales”. El término ha dado curso a una infinidad de acciones que, teóricamente, son “mandato” de tales organizaciones. El MAS gobierna en nombre de ellos. Casi todos los argumentos oficialistas se protegen en la confusa designación. A pesar de su uso intensivo y extensivo, nunca se lo ha definido de una manera que le permita al ciudadano de a pie saber de quiénes o de qué están hablando. En esta columna periodística deseo reflexionar sobre el particular.
La definición más simple de “movimientos sociales” nos indica que se trata de grupos sociales motivados por una demanda, una expectativa insatisfecha o un acto de protesta. Los expertos en este tema, sin embargo, establecieron que los verdaderos movimientos sociales se inspiran en grandes ideales y, en consecuencia, movimientos como el feminismo, el ambientalismo, las demandas de género y otros son propiamente “movimientos sociales”. Desde esta perspectiva, las movilizaciones sociales cuyo objeto es, por ejemplo, apoyar la permanencia de un líder, no son movimientos sociales; son, más bien, movilizaciones políticas.
Se supone que los movimientos sociales son portadores de grandes ideas orientadas al cambio y surgen de forma espontánea en los momentos en que la necesidad de cambiar las cosas se impone por encima de las ideologías. Pero aquellos “movimientos” que se organizan desde alguna instancia del poder o desde la esfera de un partido ideológicamente definido, expresan las ideas que sus líderes diseñaron como consignas o directrices prioritarias, que por lo general van acompañadas de imágenes con algún efecto publicitario.
Estos “movimientos” no representan nada más allá de los intereses coyunturales de los dirigentes y sus círculos de poder. De manera que los llamados movimientos sociales del MAS son los clásicos métodos propagandísticos típicos del siglo XX, bajo el influjo de la Unión Soviética con sus grandes y aparatosas concentraciones, o las demostraciones de poder de Göring ante Hitler. No portan ninguna gran idea, se diseñan para radicalizar las posiciones más conservadoras y le tienen terror al cambio.
Por otro lado, Johnston Hank, un politólogo especializado en el tema, hizo notar en 2011 que otra de las características de los movimientos sociales, que los diferenciaba de las movilizaciones político-partidarias, era que hacían política al margen del poder instituido. Así, dejaban claro que no eran una expresión del gobierno o del partido, sino de la sociedad civil. A diferencia de esto, el MAS ha hecho de estas manifestaciones un dispositivo político, al punto de sustituir los argumentos y las ideas por la “performance” de la militancia.
Cuando observamos con cierto detalle a los participantes de los “movimientos sociales”, lo primero que queda absolutamente claro es que pertenecen a la misma categoría de ciudadanos: por decir algo, campesinos, gremiales, mineros, etc. Pocas veces los movimientos sociales del MAS muestran una combinación de identidades tan grande como el movimiento social que obligó a Evo Morales a renunciar y fugar del país.
Sobre este particular, Alain Touraine ha hecho notar que en los grandes “movimientos sociales” del siglo XXI se movilizan dos tipos de actores: los históricos y los institucionales. Los históricos son aquellos que buscan desafiar el orden social o político existente más allá de cualquier característica social, económica, cultural o política que los identifique, mientras que los actores institucionales son aquellos que buscan defender el statu quo y, en consecuencia, se eligen cuidadosamente, de manera que el “movimiento” sea en realidad una concentración de afines. Todos los actos públicos masivos del MAS están protagonizados por actores institucionales, por afines, que no buscan desafiar nada. Lo único que pretenden es consolidar la imagen del caudillo de turno, defender sus prebendas y prolongar lo más posible el mandato de sus caudillos.
En suma, de lo que se trata es de poner en claro un abuso conceptual que termina siendo una estafa política y un acto de corrupción ideológica. Los “movimientos sociales” que utiliza el MAS no son tales. Los únicos movimientos sociales que, a la luz de la ciencia, pueden definirse de esa manera son los que nacen en las entrañas de los ciudadanos de a pie, al margen del poder instituido. Esos que no reciben prebendas ni estipendios, que no reparten viáticos y no hacen registros laborales. Movimientos sociales son esos poderosos desplazamientos de ciudadanos cuya única fuerza son sus ideales y que, en su momento, logran derrocar dictadores.