Márcia Batista Ramos
En tiempos de peste, la vida se encerró en casa y el tiempo cobró otro sentido. Como otro sentido cobro el miedo, la muerte y el miedo a la vida y a la muerte.
Todo fue escatológicamente anunciado: los 19.638 casos, los 1.036 muertos, los números de cada día…
El pensamiento vuela, intenta todo y salvar al mundo adentro o afuera de la casa, no logra… No es posible. Desconsuelo total, en ese momento del tiempo, los punteros se detienen y el pensamiento quiere ser kamikaze: el ojo llora. Se queda la conciencia de haber ido demasiado lejos. Silencio…
Búsqueda de consuelo: verso…
En “Ponteiros –de- papel” el flujo del tiempo, es más constatado que percibido por la poeta, desde la emoción simbólica y del sentido del otro, en una fusión de tristeza e impotencia ante el quiebre del mundo y de la vida misma.
Ante la fragmentación, la poeta hace un esfuerzo descomunal de recoger y colar los guijos de esperanza, para lograr sobrevivir y ser voz del otro, de aquél que está invisibilizado, por ser contabilizado como un número, por usar un barbijo, por el dolor de no poder decir…
Además, la poeta tiene el privilegio de ser perceptiva, permeable y sensible a pérdidas y tragedias, esto es, tiene el privilegio de ser genuinamente humana.
La poesía, en “Ponteiros –de- papel”, se presenta como un ejercicio del pensamiento, generadora de ideas y da testimonio de nuestro tiempo, cavila el estado de la condición humana en varios planos.
Por medio del verso y del silencio, la poeta comunica su visión personal del mundo, de una manera profunda, abarcando la totalidad de la vida: suya y ajena.
Christina Ramalho, habitante del tiempo sufriendo la agonía, por percibir la existencia de los humanos detrás de los números, detrás de las máscaras, sufriendo la angustia de respirar cuando el aire se agota, segundo a segundo para el otro; escribe su diario en verso, en poema que, igual que el tiempo existirá a partir de un observador, si no hay observador el tiempo no existe.
En su caso el poema está destinado a perdurar y a contar la historia triste de esta época de mucho dolor, a través de la estética del verso y del silencio, en la voz, ya universal, de Christina Ramallo.