Alex A. Chamán Portugal
El acoso escolar, conocido comúnmente como bullying, es uno de los fenómenos socio-educativos más alarmantes y extendidos en la actualidad. Este problema, que afecta a niños y jóvenes en sus etapas educativas, no puede ser entendido como un hecho aislado o como una simple manifestación de conflictos interpersonales. Desde una perspectiva holística, el bullying debe analizarse como una expresión de las contradicciones estructurales y superestructurales del sistema capitalista, especialmente en su etapa de decadencia. Este ensayo explora cómo el acoso escolar es un síntoma de una sociedad marcada por la crisis de valores, el individualismo exacerbado y la descomposición de los lazos sociales. Para ilustrar este análisis, se incluye el caso del acoso escolar representado en la obra Paco Yunque del insigne escritor César Vallejo.
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Bullying y la base material del Capitalismo
El capitalismo, como sistema económico y social, se caracteriza por la producción y reproducción de desigualdades materiales que inevitablemente se reflejan en todos los aspectos de la vida, incluido el ámbito educativo. En una sociedad donde prevalece la lucha por el poder y los recursos, así como la voraz explotación económica y la opresión sociopolítica, la escuela no escapa a estas dinámicas. Por el contrario, se convierte en un espacio donde se reproducen las inequidades sociales y económicas, y donde el bullying emerge como una forma de opresión y exclusión.
La competencia desmedida, un valor central del capitalismo, se manifiesta en la educación desde las primeras etapas de la vida. Los estudiantes no solo compiten por las mejores notas o calificaciones, becas y reconocimiento, sino también por el estatus dentro de las dinámicas grupales. En este contexto, el bullying aparece como un mecanismo para establecer jerarquías de poder. Los agresores, muchas veces provenientes de posiciones de relativo privilegio, imponen su dominio sobre los más vulnerables, replicando las relaciones de explotación propias de las dinámicas capitalistas.
La precarización económica y social, principalmente, de los sectores populares contribuye también a que los niños de estos sectores enfrenten mayores riesgos de ser víctimas de acoso escolar. La indigencia y pobreza, la precariedad alimentaria y la falta de acceso a una educación democrática y científica colocan a estos niños en una posición de marcada vulnerabilidad, haciendo de ellos blancos fáciles para la violencia física, emocional y simbólica.
Un ejemplo ilustrativo de esta dinámica se encuentra en Paco Yunque, la obra del gran César Vallejo, donde el personaje principal, un niño de origen humilde, sufre acoso y humillaciones constantes por parte de Humberto Grieve, hijo del terrateniente de una región peruana. Este relato pone en evidencia cómo las desigualdades económicas y sociales se trasladan al ámbito escolar, en que los hijos de las clases dominantes ejercen su poder de manera violenta y arbitraria sobre los hijos de las clases explotadas y oprimidas. Paco Yunque, debido a su situación paupérrima, se convierte en un blanco fácil, mientras que Humberto Grieve actúa como un opresor que reproduce las dinámicas de dominación de su entorno familiar, por tanto, de sometimiento de una clase social sobre las otras.
La crisis superestructural y la naturalización de la violencia
En el plano de la superestructura jurídica, política e ideológica con sus correspondientes formas de conciencia social, el bullying encuentra un terreno fértil en la crisis de valores y principios que caracteriza a la sociedad capitalista en franca descomposición. Las escuelas o colegios, en lugar de ser espacios de emancipación, se convierten en aparatos ideológicos que perpetúan las desigualdades estructurales. Como señala Lois Althusser, las instituciones educativas no son neutrales; cumplen una función clave en la reproducción de las relaciones de poder existentes.
La ideología y cultura dominante, alimentada por la desenfrenada manipulación de los medios masivos de difusión glorifica las injusticias, desigualdades, alienación, estupidización, violencia, el poder y el consumo excesivo como formas legítimas de afirmación personal. Este discurso se filtra en las mentes jóvenes, que replican estas dinámicas en el entorno escolar. El bullying se normaliza bajo la premisa del darwinismo social de que «el más fuerte sobrevive», reflejando la lógica depredadora del capitalismo de competencia sin límites.
En la obra Paco Yunque, este proceso se observa claramente. La figura del maestro, que debería ser un agente de justicia y equidad, no solo ignora las agresiones de Humberto Grieve, sino que las permite y legitima, reflejando la complicidad de las instituciones en la reproducción de las jerarquías e injusticias sociales. La naturalización de la violencia injusta en este relato muestra cómo el sistema educativo en contextos de desigualdad no solo tolera, sino que fomenta el acoso escolar como una forma de mantener el orden social establecido.
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Consecuencias del bullying en un contexto de descomposición social
Las consecuencias del bullying no se limitan a los daños inmediatos en la víctima; este fenómeno tiene implicaciones profundas en su desarrollo como ser bio-psico-social. En el plano biológico, las víctimas experimentan problemas físicos derivados del estrés crónico, como trastornos del sueño, fatiga constante y enfermedades psicosomáticas. En el ámbito psicológico, el acoso escolar genera pérdida de autoestima, ansiedad, depresión e incluso tendencias suicidas. Desde una perspectiva social, el aislamiento y la estigmatización dificultan la integración de las víctimas en el tejido social comunitario.
En el caso de Paco Yunque, las consecuencias del acoso se manifiestan en su completa falta de autoestima y en su resignación frente a las perversas injusticias que sufre. Esta actitud no es resultado de una debilidad intrínseca, sino de un sistema que lo despoja de herramientas para resistir y le inculca la idea de que su sufrimiento es inevitable, cayendo en la resignación. Mientras tanto, Humberto Grieve, el agresor, internaliza una cultura de impunidad y dominio que perpetúa las dinámicas opresoras en su adultez.
Hacia una educación emancipadora: La solución holística al bullying
Erradicar el bullying requiere un cambio radical en las estructuras que lo originan. Desde la perspectiva holística, es fundamental transformar tanto la base material como la superestructura que perpetúan estas situaciones. Esto implica construir un sistema educativo que no esté al servicio del mercado depredador, sino orientado hacia la formación de seres humanos integrales, críticos, solidarios y propositivos.
Una educación emancipadora debe fomentar valores como la igualdad, la cooperación y la justicia social. Es necesario desmontar los factores que determinan la opresión y promover una conciencia de clase que permita a los estudiantes reconocer las causas estructurales de los problemas que enfrentan y que son inherentes al capitalismo. Solo en una nueva sociedad basada en la solidaridad y el bienestar colectivo será posible erradicar el bullying y otras formas de injusta violencia.
Conclusión
El acoso escolar no es un fenómeno accidental ni exclusivo del ámbito educativo; es una expresión de las contradicciones y desigualdades propias del injusto sistema capitalista. En su fase de decadencia, este sistema exacerba la violencia, la alienación y la deshumanización, creando un terreno propicio para el bullying. La obra de César Vallejo, Paco Yunque, ilustra de manera magistral cómo estas oprobiosas situaciones se reproducen en el ámbito escolar, mostrando la relación directa entre las estructuras de poder y las manifestaciones de violencia. Sin embargo, la solución no puede limitarse a medidas paliativas dentro del sistema existente. Erradicar el bullying exige una transformación profunda de las estructuras económicas y superestructuras que lo originan, hacia una nueva sociedad que se caracterice por ser justa, solidaria y humana. Solo así será posible liberar a las actuales y futuras generaciones de las cadenas de explotación y opresión que el capitalismo perpetúa.