En la política como en el amor las señales son importantes, pero si los actores políticos y los enamorados no les dan importancia sufrirán de sus consecuencias.
El gobierno del MAS ha dado tantas pero tantas señales de su autoritarismo que el hacerse de la vista gorda es complicidad, pero si además desde la ciudadanía común y corriente advierten de sus manifestaciones hasta el agotamiento y no hay reacción, es imbecilidad.
La dictadura masista sostenidamente ha demostrado que tiene como operador de la desinstitucionalización democrática a magistrados que desde el Tribunal Constitucional desfiguran la democracia y afirman su dictadura.
Se autororrogaron impunemente sin que los órganos de poder ni los políticos en ejercicio hagan nada por impedirlo, su decisión abusiva peso más que el mandato constitucional al que todos deberian estar sometidos sin excusa alguna.
Sistemáticamente sabotearon y manipularon el proceso de selección y elección de las autoridades judiciales. En su papel prevaricador de juez y parte lograron mantenerse en sus puestos para servir al poder político en sus aviesas pretensiones.
Los ingenuos viabilizaron la convocatoria a elecciones judiciales parciales contrariando, una vez más, a la Constitución con la idea de que, de esa renovación aleatoria, podría salir el premio gordo y algún elegido repondría el estado de derecho producto de heroícas confrontaciones con los autoprorrogados que serían derrotados por el solitario adalid.
La realidad se impuso como siempre de golpe y porrazo, una vez posesionados los nuevos magistrados, que siguieron ilusionando a los empedernidos ingenuos con enérgicas declaraciones, en un abrir y cerrar de ojos decidieron avalar a los autoporrogados y en un mix poco digerible decidieron no solo convivir con ellos en un maridaje repudiable sino avalarlos conformando salas y reconocer a un presidente que fue ungido mediante un golpe de estado interno el pasado año.
El plan de la dictadura no encontró resistencia alguna, siguió su curso, el Ministro de Justicia sin inmutarse asistió a la inauguración del año constitucional argumentando que con ello “…no avalaba ni bendecía” a los autoprorrogados, vale decir que si alguien es invitado a un cónclave del narcotráfico y asiste ¿debería considerarse libre de toda responsabilidad? Su explicación es insostenible, no contento con su imbecilidad asume la pose de fraile sin serlo, la impostura no le incomoda porque no es una metida de pata, claro que no, sigue una estrategia destinada a reproducir el poder dictatorial.
Ingresa en escenario el Tribunal Electoral -supremo ya no lo es- que en su momento promovió sendas reuniones para hacernos creer que defendían a la democracia cuando en realidad hacían lo contrario en complicidad con los jefes de partidos políticos y parlamentarios que cayeron en la trampa como cabezas de chorlitos.
Como de algún modo estos encuentros ayudaron a los mitómanos, aprovechan de la oportunidad y convocan a uno nuevo con la presencia de representantes del tribunal constitucional y el tribunal electoral -sí con minúsculas- en el que acuerdan dar certidumbre a la población garantizando las elecciones generales.
Ellos me refrescan la memoria cuando las dictaduras en el ´pasado se comprometían a garantizar elecciones futuras para evitar movilizaciones populares reconociendo que habían proscrito a la democracia y fijaban un calendario electoral. La dictadura actual delega a ambos tribunales esa tarea.
Con ello el tribunal constitucional admite que hasta ahora ha sido un factor político de inestabilidad y advierte solapadamente que podría subvertir el proceso electoral a través de sus sentencias mafiosas.
En uno de los puntos acordados el tribunal constitucional se compromete “…en el ámbito de su jurisdicción y competencia, conocerá y resolverá con celeridad y oportunidad las causas que tengan que ver con los comicios”
Acaso esta no es una obligación establecida por la constitución y la ley que no requiere ser refrendada por ninguna firma. Dejan en claro que el proceso electoral futuro sufrirá las mismas tribulaciones que se tuvieron en las elecciones de altas autoridades judiciales, en lugar de dar certidumbre recrean un clima nebuloso lleno de inseguridades, seguimos en manos de la banda de cinco espero que no más- Empero habrá que recordarles que una decisión inconstitucional jamás será la base de ningún proceso electoral democrático.
Pese a que en la arbitrariedad todo es posible, están al límite, sus movimientos son cada vez más torpes, sus espacios están más limitados y su gestión esta a milímetros del banquillo de los acusados.
El uso y abuso que hizo de ellos el poder político esta llegando a su fin porque en poco tiempo serán innecesarios, más no se extrañen ese poder político al que sirven con tanto esmero será el encargado de cortarles la cabeza.
La actuación personal de los magistrados auto prorrogados ha puesto en duda la existencia misma del tribunal constitucional, han sido capaces de demostrar en los hechos que su diseño es vulnerable a intereses espurios alejados de la defensa y garantía de los derechos de las personas y al establecimiento de un estado constitucional de derecho, al igual que el sistema electoral que se muestra débil e incapacitado de cumplir sus tareas sin interferencias.
No bastará con enjuiciarlos, es ineludible reformar la constitución y establecer mecanismos más sólidos y creíbles en la conformación de un nuevo sistema judicial y constitucional, como de un renovado sistema electoral. Sucre, 19 de enero de 2025