“Todos los días el mundo se desmorona y todos los días alguien recoge sus piezas y las pega para que quede aun el mundo” – Silvia Bre –
Maurizio Bagatin
Taiwo debía ser el mayor de dos gemelos, y lo es. Siempre tendrá su ángel de la guardia, menor que él, Taiwo siempre tendrá sombra bajo el sol más contundente, siempre tendrá agua frente la sed más crepitante. Taiwo nunca será solo. Taiwo tiene su gemelo menor. Taiwo es Cartago y Shaka Zulú, es sangre Sannita y Saya en las venas, café al despertar y el tajút para abrir el apetito, siempre frutos de muchas tierras y de una sola tierra. Tendrá que desdoblarse y ver, mirar y recordar, olvidar y proyectarse. No está solo. El nombre siempre es un destino. Los hombres lo inventan, lo escogen, lo designan. Taiwo ya es lo que será, los viajes que prepararon su llegada, el amor que quiso su alba, el compañero fiel en el líquido amniótico, de sonrisas y caricias y de toda la turbulencia de este año. Aprender será enseñar, el primer paso y la primera sonrisa, correr y reír, caer para luego levantarse. Enseñar será olvidarse del futuro y presenciar el presente. Todo esto será simplemente vivir.
