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Tareas para la casa

El contundente triunfo electoral del liberal libertador, Javier Milei, en Argentina el pasado 19 de noviembre, sin duda más allá de haber dejado muy asustados a los líderes y políticos populistas del Socialismo del Siglo XXI a nivel continental como también de nuestro país, hace que la situación permita avizorar cambios con un giro de 180 grados en la política regional.

Hablando propiamente de las elecciones generales en Argentina, las mismas nos dejan grandes lecciones de aprendizaje a nivel democrático electoral. Las cuales son tareas pendientes que tenemos que realizar en casa para las justas electorales que se nos vienen para el 2025. Sin duda que la población de ese país hermano, mostró una gran madurez democrática digna de ser copiada y tomada en cuenta por la sociedad boliviana.

Una primera gran lección que debemos rescatar, es que Argentina demostró tener un ente electoral totalmente imparcial y muy profesional. Fue impresionante que al finalizar la jornada electoral del pasado 19 de noviembre en ese país, los resultados oficiales se conocieron en el mismo día, no dejando nada de dudas al respecto. Y habiendo concurrido a las urnas aproximadamente 35 millones de electores.

En ese sentido: ¿cómo vamos por casa? Vamos muy mal, con un Tribunal Supremo Electoral (TSE) totalmente desacreditado sin nada de profesionalismo en sus vocales que conforman su sala plena como en el resto de sus integrantes a nivel departamental. Totalmente ligados al masismo y sin nada de independencia laboral. Además, como ya sabemos para entregar los resultados finales de cualquier elección ya sea general o regional en el país tardan en dar a conocer sus resultados como un mes en los que participan aproximadamente apenas siete “michis” millones de electores. Y un padrón electoral totalmente desactualizado que genera muchas dudas sobre su implementación.

Sería bueno que los vocales nacionales y departamentales del TSE vayan hasta sus pares de Argentina para que reciban una capacitación de primer nivel en cuanto a lo que son los procesos electorales, en cómo se llega a esos altos cargos por meritocracia y no por influencias políticas, en cómo se debe actualizar un padrón electoral de manera biométrica y cómo se debe dar los resultados finales de una justa electoral en el mismo día de su realización.

Otra segunda gran lección que nos dejó las elecciones recientes en Argentina, es que sus actores políticos y ciudadanía electoral también demostraron una tremenda madurez democrática, no solo porque hayan asistido a depositar su voto en las urnas, sino porque una vez conocidos los resultados finales e incluso un poco antes el perdedor reconoció públicamente su derrota, felicitando al ganador. Eso no se ve en nuestra nación.

En ningún momento por parte de la tienda política perdedora se escuchó protestas, señalando que hubo “fraude electoral”, “habrá bloqueo de caminos porque los resultados del ente electoral son dudosos”, “tomaremos las instalaciones del ente electoral”, “no aceptamos los resultados finales de las elecciones”, “los miembros del ente electoral son unos árbitros bomberos”, “los miembros del ente electoral se vendieron al ganador”, “ahora sí guerra civil” y así como se hace en el estilo o en modo boliviano.

¿Y en esto cómo vamos por casa? De igual manera en un total desastre. Ni los actores políticos ni los militantes de uno y otro partido político saben reconocer los resultados de una elección. En el fondo el boliviano no sabe perder ni reconocer sus derrotas y se resiste a acatar lo que dice la ley o las reglas del juego, siendo muy indisciplinado, aspecto que hace que no surjamos como una sociedad disciplinada y ordenada incluso en el quehacer cotidiano de nuestras vidas.

No hay por donde perderse, un país democrático acata disciplinadamente las leyes o normas que la regulan sin poner como excusa ningún tipo de observaciones. Claro que para eso también debe tener sus instituciones que la conforman como entes muy creíbles e idóneos y eso se da a través de la conformación netamente profesional técnica de sus recursos humanos que la componen sin nada de intromisión política en sus designaciones para los distintos cargos a desempeñar. La cruda y triste realidad es que en Bolivia estamos muy lejos de eso.

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