El sector económicamente más poderoso de Bolivia la tiene difícil para las elecciones generales del próximo 18 de octubre; ninguno de los siete candidatos representa directamente sus intereses, como sucedía desde hace décadas, y los tres principales le causan dudas existenciales, casi esquizofrénicas.
Si los dueños del agronegocio más expansivo en Santa Cruz y Beni son coherentes con su posición de los últimos años, deberían votar por la fórmula andina Luis Arce Catacora-David Choquehuanca. En efecto, ellos -la agroindustria como institución y muchos como miembros individuales- fueron el mayor sostén político de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS) este periodo, especialmente después de la Marcha por el Tipnis (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure).
Las ventajas de ganaderos y soyeros benianos y, sobre todo cruceños, no es ajena a una línea seguida desde la temprana época del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que los favoreció desde 1952 con cantidad de medidas legales, políticas y la apertura de la carretera Cochabamba-Santa Cruz. El aporte de los trabajadores mineros para esa dinámica es poco reconocido en los textos de historia y discursos de los beneficiados.
Los mimos oficiales a la agroindustria se ampliaron, incluso ilegalmente, con entregas de tierra o perdones a los impuestos, durante las dictaduras militares, especialmente en el septenio de Hugo Banzer (1971-78), pero también en los pocos meses de Luis García Meza (1980). Así lo revelan decenas de estudios sobre la tenencia de la tierra en Bolivia, su legislación, la distribución legal e ilegal y los favoritismos políticos.
Paradójicamente, el Gobierno que mejor intentó equilibrar ese poder fue el de Gonzalo Sánchez de Lozada en los noventa con el debate y aprobación de la Ley INRA (1996), perforada por los mismos empresarios que nunca la aceptaron ni escucharon la voz de José Guillermo Justiniano.
La llegada del MAS al poder y sus iniciales discursos ideológicos, no faltos de amenazas, tensaron la relación entre el agro poder y el poder central, pero desde 2008 las aguas volvieron a su cauce y llegaron a un enamoramiento total. No por casualidad, Alex Ferrier y las familias benianas más ricas apoyaron al MAS.
El agronegocio fue uno de los pocos sectores que no pidió la renuncia de Evo. Es más, le hizo homenajes hasta la víspera de su caída, celebrando la exportación de carne a China, mientras ardía la Chiquitania. Ahora se sabe que le prometieron fidelidad hasta las últimas horas. Varios personajes, incluyendo periodistas, cayeron en la trampa.
El candidato regional (y como un intento de tener finalmente liderazgo oriental para el país) es Luis Fernando Camacho. Pero Camacho fue el primero que valientemente señaló las incoherencias del sector, motivadas por intereses mezquinos. Además, es una persona que reforzaría el imaginario de que los ganaderos son audaces pero emotivos y poco reflexivos.
Les queda Carlos Mesa, pero no lo quieren. Este candidato tiene el programa de defensa al medioambiente más opuesto a sus ambiciones de expansión de la frontera agrícola. ¿Cómo apoyar a la persona, cuyo gobierno ayudaron a desestabilizar con un agresivo cerco hace 15 años? Entonces gritaban “autonomía” muy fuerte; con el MAS se olvidaron de ella, como olvidaron a los muertos, heridos y perseguidos cruceños de ese periodo.
¿Votarán por Chi, o quizá por Feliciano?