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«Periodicidio»: donde reportear el infierno se paga con la vida

Tomado de Uffpost
El pasado 25 de marzo, el periodista mexicano Javier Valdez Cárdenas escribía en su cuenta de Twitter una reflexión comprometida, sincera, suicida, a cuenta del asesinato de su colega de profesión, Miroslava Breach, cuyas investigaciones resultaban demasiado incómodas:
Su osadía la ha pagado con la vida finalmente, como sabía que le podía pasar en cualquier momento, lúcido y comprometido como dice su gente -y su trabajo y sus libros- que era. Ayer mismo lo balearon en Culiacán (Sinaloa). Apenas unas horas después, moría otro de sus colegas, Jonathan Rodríguez, informador del semanario El Costeño de Autlán (Jalisco). Su madre, Sonia Córdova, subdirectora del mismo medio, se encuentra muy grave. Ambos fueron atacados, también, en plena calle.
En lo que va de año ya son siete los periodistas asesinados en el país. Su delito era no poder callar «cuando un país tiene ganas de gritar», como reza una de las promociones de Narcoperiodismo, posiblemente la obra más reputada del reportero Valdez. Porque hay corrupción y narcos y mafias policiales y políticas, insistía el veterano asesinado, pero sobre todo hay gente cansada ya de todo eso, de ahí la necesidad de contarlo, aún dando la vida a cambio y teniendo, como tiene la prensa, aún una imagen terrible por la corrupción de algunos mandatarios de medios y por la falta de credibilidad que conlleva.
Un problema estructural de México es la impunidad. En este país los asesinatos de periodistas —como cualquier otro ciudadano— no se resuelven. «Plata o plomo», resume la organización Article 19. Según sus datos, durante 2016 se cometieron 11 asesinatos y 426 agresiones contra la prensa, convirtiéndose en el año más violento para los informadores en México. Las agresiones continúan en aumento, un 7 por ciento más respecto a 2015, cuando se documentaron 397.
«El gobierno mexicano no ha encontrado la solución a la violencia contra la prensa, al contrario, ha permitido que las condiciones para ejercer el periodismo se vulneren aún más. Su inacción deja que la impunidad prevalezca en el 99,7% de los casos. El mensaje es claro, sin verdad ni justicia, la prensa es blanco fácil de sus agresores», denuncian.
Según Reporteros Sin Fronteras (RSF), México ocupa el lugar 147 en su clasificación mundial de libertad de prensa, sobre un total de 180 naciones. Está en la franja roja, peligro.
«Patria de los cárteles de la droga, México sigue siendo el país más mortífero de América Latina para los periodistas. Cuando cubren temas relacionados con la corrupción de las autoridades (sobre todo de los gobiernos locales) o con el crimen organizado, los periodistas padecen intimidaciones, amenazas, pueden ser asesinados a sangre fría. Crímenes que suelen permanecer impunes. Esta impunidad se explica por la corrupción que reina en el país. Algunos políticos tienen vínculos estrechos con el crimen organizado. En el ámbito económico, el paisaje audiovisual mexicano se caracteriza por una extrema concentración: dos grupos poseen casi todos los canales de televisión», explican en su dossier anual.
En un informe titulado Veracruz: los periodistas frente al Estado de miedo, publicado el 2 de febrero de 2017, RSF muestra las dificultades que enfrentan quienes ejercen el periodismo en México y hace una serie de recomendaciones a las autoridades federales y locales para acabar con esta espiral de violencia. Al presidente Enrique Peña Nieto le exigen que «encuentre una solución durable para resolver esta trágica situación», ya que bajo su mandato han sido asesinado más de 30 redactores.

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