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Marcelo Claure: entre las encuestas y la fuerza de lo Nacional-Popular

Parto de la premisa de que las intenciones de Marcelo Claure son buenas, al realizar planteamientos y acciones que buscan cambiar la realidad de Bolivia.

La visión del país: ¿del centro a la periferia, o de la periferia al centro?

Hace muchos años leí el libro Azteca de Gary Jennings. La novela narra la vida de Mixtli, un niño con un talento excepcional para dibujar. Gracias a este don, es llevado a la capital azteca como dibujante oficial de la corte de Cuauhtémoc, el último emperador del imperio azteca.

En ese momento llegan los conquistadores españoles, liderados por Hernán Cortés. Años después, ya viejo y ciego, Mixtli relata a unos frailes su experiencia al conocer a los hombres barbados, de pelo ondulado, que llegaron montados en caballos y portando espadas. Describe cómo Cuauhtémoc los creyó dioses y cómo los habitantes de Tenochtitlán (la capital del imperio azteca) se debatían entre la admiración y el miedo ante los conquistadores.

Traigo a colación la historia de Mixtli porque refleja cómo nuestra visión del mundo y de la sociedad está determinada por el lugar que ocupamos en ella.

Pensadores como Sergio Almaraz, René Zavaleta Mercado, Carlos Medinaceli y Franz Tamayo interpretaron los problemas de Bolivia desde la periferia, es decir, desde nuestra propia realidad cotidiana. Lo mismo hizo en política el MNR de Carlos Montenegro después de la Guerra del Chaco.

En contraste, el empresario Marcelo Claure analiza el país desde una perspectiva del centro hacia la periferia. Como multimillonario exitoso en el mundo empresarial, con inversiones en Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina, su visión parte del libre mercado, donde lo empresarial juega un rol central.

Claure parece convencido de que Bolivia debe seguir ese camino. Por ello, encargó una encuesta para entender el país, y seguramente reforzará su visión con futuros estudios. Además, sostiene que la oposición ya ganó las elecciones de 2025 y que planea elaborar un programa de gobierno con expertos internacionales para que quien asuma el poder en octubre de ese año lo implemente.

También ha propuesto la unidad de la oposición, promoviendo una elección primaria digital para identificar al candidato más apto para liderarla.

Como suele ocurrir en Bolivia, la propuesta de Claure ha recibido más críticas que apoyo. Sus encuestas han sido descalificadas por diversos actores políticos: Tuto Quiroga expresó que no cree en ellas, Ricardo Paz, cercano a Carlos Mesa, las cuestionó, y Sebastián Michel, estratega del oficialismo, las ridiculizó. Incluso recibió ataques personales, siendo llamado «ignorante».

Es previsible que las críticas continúen, especialmente cuando Claure presente nuevas iniciativas que puedan afectar las expectativas de ciertos sectores.

Nosotros simplemente relativizamos las encuestas, tomándolas como una fotografía de un momento específico. Sin embargo, como afirmamos anteriormente, estas no tienen una incidencia definitiva en la decisión de voto de las personas, quienes priorizan otras variables más relevantes antes de apoyar a un candidato.

Las demás iniciativas del multimillonario boliviano son recibidas con cautela por los políticos nacionales, que se resisten a otorgarle a Claure un rol de «padrino» en la política. Menos aún están dispuestos a que asuma una posición similar a la de Patiño, convirtiéndose en el poder detrás del trono.

Claure, con su perspectiva de «centro a periferia», parece no comprender la otra cara de la moneda: la fuerza del movimiento nacional-popular. Esta fuerza, forjada en casi 20 años del denominado «Proceso de Cambio», ha experimentado un crecimiento y empoderamiento sin precedentes.

Este movimiento cuenta con el respaldo de los movimientos sociales, la fortaleza de las identidades étnicas aymara y quechua, y una expansión que abarca todo el territorio nacional. Además, es dueño de la economía informal, un sector que involucra al 85% de los bolivianos, y que está consolidando lo que llamamos un «Estado informal». Para nosotros, este proceso ya es irreversible.

Lo más importante es su potencial electoral, que sigue posicionándolo como la principal fuerza política del país.

Muchos dirigentes políticos, con un profundo desconocimiento de nuestra historia, hablan de la llegada de un «nuevo ciclo político», pronosticando la destrucción del movimiento nacional-popular y comparándolo con el período post-UDP. Desde nuestra perspectiva, esta visión es miope.

El populismo puede perder una elección, pero cualquier gobierno que aspire a sobrevivir deberá llegar a un acuerdo con el naciente Estado informal, ahora expandido en el tejido económico y social del país. Esto se debe a que el populismo es, en esencia, inmortal, especialmente en un país con raíces nacional-populares como Bolivia.

Cuando Víctor Paz decía durante los años de la Revolución Nacional que «Bolivia era la Bolivia de Lechín», reconocía la identidad nacional-popular que caracteriza a la mayoría de los bolivianos.

Incluso la implementación de políticas económicas de corte neoliberal necesitará, al menos, la neutralidad de esta fuerza indígena empoderada.

El líder opositor que logre entender esta realidad tendrá mayores posibilidades de éxito que aquel que intente «destruir» todo lo que el «Proceso de Cambio» ha materializado y logrado en el país.

Un retorno al pasado no solo es regresivo y antihistórico, sino que está condenado al fracaso.

Claure, el empresario

Más arriba sosteníamos que partimos de la hipótesis de que Marcelo Claure tiene buenas intenciones al intentar ayudar al país. Sin embargo, no somos ingenuos. Sabemos que Claure no es una monjita de la Orden de las Hermanas de la Caridad ni una Teresa de Calcuta.

Si Claure desea realizar inversiones en Bolivia, lo hará con el objetivo de generar ganancias, como cualquier inversionista, ya sea chino, ruso, francés o estadounidense.

Actualmente, el multimillonario boliviano afirma que no votaría por Evo Morales, basando su postura en argumentos de carácter moral. Sin embargo, hay que recordar que Claure no siempre pensó así. En el pasado, durante la presidencia de Evo, cuando buscaba invertir en el país, llegó a declarar que Morales había transformado Bolivia y que era motivo de orgullo la manera en que manejaba el Estado.

Aquellas inversiones, sin embargo, fueron bloqueadas por el entonces todopoderoso Álvaro García Linera, quien buscaba mantener a Claure lo más alejado posible del llamado «Proceso de Cambio».

Evidentemente, si Claure quiere invertir en Bolivia, no hay razones para cerrarle las puertas. Por el contrario, se debería motivarlo a que lo haga, incluso en sectores estratégicos como el litio.

Es importante recordar que ya en dos ocasiones se detuvo la explotación del litio con inversión extranjera. La primera vez fue durante el gobierno de Jaime Paz Zamora, y la segunda, cuando Evo Morales intentó entregar la explotación del litio a los alemanes por 80 años, lo que generó rechazo social.

Aunque nos consideramos progresistas, creemos que es preferible que el litio sea explotado por manos privadas responsables, bajo un contrato serio con el gobierno, en lugar de repetir el desastre de gestión estatal que ha llevado a YPFB, la principal empresa del país, prácticamente a la quiebra.

Por otro lado, Claure ha manifestado que el presidente Luis Arce no lo recibió, ni siquiera como un gesto de cortesía. Posteriormente, el gobierno viralizó la versión de que Arce no lo recibió porque Claure presentó a Lula da Silva al alcalde Manfred Reyes Villa, sugiriendo que este último sería el próximo presidente de Bolivia. Esta reunión, según se dice, fue comentada por el propio Lula al presidente Arce.

Que Claure promueva la candidatura de Manfred es una decisión personal que debe ser respetada. Sin embargo, esto demuestra que su interés en la política no es del todo desinteresado.

A pesar de ello, hay que valorar algunas de sus iniciativas, como su financiamiento a emprendedores, su interés en apoyar proyectos de salud y su compromiso con la formación de jóvenes en liderazgo político y estratégico.

Claure, el futbolero

Desde hace varios años, Marcelo Claure está al frente del Club Bolívar. Aunque aún no ha cumplido su gran promesa de llevar al equipo a coronarse campeón de la Copa Libertadores de América, su gestión como presidente de la academia celeste presenta más logros que fracasos.

No obstante, Claure ha sido objeto de críticas, especialmente por inflacionar el fútbol boliviano al pagar salarios elevados en Bolívar y contratar jugadores extranjeros de nivel medio, cuyos ingresos duplican o triplican los de los futbolistas nacionales. Estas críticas provienen, principalmente, de los clubes cruceños.

Pese a sus esfuerzos, Claure no ha demostrado el talento deportivo y estratégico que caracterizó a Mario Mercado. Durante la gestión de Mercado, Bolívar seguía una política clara: contar con los mejores jugadores bolivianos de cada época. Así, figuras como el «Diablo» Echeverry y «Platini» Sánchez vistieron la camiseta celeste. Además, Mercado buscaba que Bolívar fuera la base de la selección nacional.

En cuanto a los refuerzos extranjeros, Mario Mercado contrataba jugadores de primer nivel que, aunque no estaban en el apogeo de sus carreras, eran figuras destacadas e incluso habían sido seleccionados en sus países. Ejemplos notables incluyen al arquero Thomas N’Kono, Miguel Ángel López, y Coqui Hirano, entre otros.

Claure, por su parte, no ha alcanzado ese nivel de gestión deportiva. Incluso, Mauro Cuéllar, con un presupuesto mucho más limitado, logró llevar a su equipo a la final de la Copa Sudamericana. Aun así, se espera que, en algún momento, el Bolívar de Claure llegue a disputar una final internacional.

Un aspecto positivo de su gestión ha sido el vínculo que ha establecido entre Bolívar y el Manchester City, un club cuya relevancia en el fútbol inglés ha crecido recientemente. Sin embargo, no debe olvidarse que los clubes más tradicionales e históricos de Inglaterra, como el Manchester United y el Liverpool, siguen siendo referentes globales. El Manchester United ha sido, durante mucho tiempo, el equipo con más adeptos en el mundo, después del Real Madrid. Por otro lado, el Liverpool es el club inglés más exitoso en el ámbito internacional, con seis títulos de la Champions League.

A pesar de estas comparaciones, resulta valioso que Bolívar forme parte del ecosistema del Manchester City. Más importante aún son los avances institucionales que Claure ha impulsado en el club, como la construcción del Centro de Alto Rendimiento y la remodelación del estadio de Tembladerani. A ello se suman las escuelas de fútbol que Bolívar ha abierto en Santa Cruz y Cochabamba, lo que fortalece la base formativa del club.

En resumen, Claure utiliza su gestión deportiva como una extensión de su visión e intereses políticos, buscando ampliar su influencia en el país. Como toda figura pública, sus acciones generan tanto seguidores como detractores.

Sin embargo, no debe perder de vista la histórica sentencia de Zabaleta Mercado: «Bolivia será indígena o no será.»

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