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Lo que está por detrás de la mentira en política

La política tiene múltiples identidades cuando se analiza su accionar para la toma del poder o cuando interviene la ideología, como un conjunto de imaginarios que buscan justificar algunas acciones y movilizaciones sociales, con el fin de generar conflictos o utilizar el poder para la manipulación de las masas. Sin embargo, algo que caracteriza plenamente a la política es la “mentira”. El acto de mentir es una de las conductas humanas más inmanentes y, al mismo tiempo, abominables, sobre todo cuando la mentira se transforma en una premeditada intención para confundir, dañar y extorsionar de múltiples formas. Es aquí donde es de vital importancia releer las reflexiones de la filósofa política, Hannah Arendt (1906-1975), quien en 1969 perfiló un conjunto de interpretaciones sobre la publicación de los 47 tomos de la Historia del proceso de formulación de decisiones de los Estados Unidos acerca de la política del Vietnam, obra más conocida como los Documentos del Pentágono.

En aquel entonces, la guerra entre Estados Unidos y Vietnam estaba en su máximo cénit y había despertado los más acalorados debates internacionales, sobre todo por una violencia descomunal contra la población civil vietnamita y, al mismo tiempo, por las razones poco claras que justificaran una campaña militar en un lugar tan lejano y contra un país tan pequeño que cualquier teoría sobre el imperialismo hacía suponer la derrota de Vietnam en un santiamén. Ocurrió todo lo contrario, pues la impresionante tecnología militar estadounidense, las ingentes cantidades de dinero invertido para financiar la guerra y un falso sentido de superioridad en el sistema internacional terminaron en el fracaso y derrota para los Estados Unidos, país que elaboró un conjunto de mentiras con el propósito de ocultar su incapacidad en la administración de la guerra y justificar diversas acciones que, finalmente, sólo engañaron a la opinión pública estadounidense.

Es en este contexto histórico de la guerra de Vietnam que Arendt identifica a la mentira en la política como una estrategia del engaño, autoengaño y deliberada falsificación de los hechos, la cual termina convirtiéndose en la habilidad de una serie de individuos para quienes el problema no está en la distorsión de la realidad que promueve toda mentira, sino en la posibilidad de difundir un “estado mental confuso y falso” en la sociedad. Esto quiere decir que la mentira en política tratará siempre de hacer ver algo que no tiene asidero en los hechos reales, aunque exagera el sentido enfermizo de proferir mentiras, aun sabiendo que las verdades históricas podrían aflorar en cualquier momento para contradecir a los mentirosos.

De cualquier manera, esto no es lo relevante, sino que los mentirosos en la política intercambian la dinámica de la realidad y los hechos por un conjunto de distorsiones que intentan negar cuan equivocados están aquellos líderes políticos que pretenden tapar el sol con un dedo. Por medio de la mentira, la mayor parte de los políticos intentan mostrar algo que termina cayendo en la arrogancia del poder, debido a una terca estrategia de relaciones públicas; es decir, cualquier mentiroso siempre quisiera quedar bien con todo aquel que cree en la mentira, llegando a utilizar la arrogancia de la mente que inventa argumentos falsificadores en todo momento. Por lo tanto, el acto de mentir es, en el fondo, fingir hasta el último aliento, aun cuando la mentira es un patético artificio. Esto lo saben los voceros de gobierno quienes terminan creyendo que su profesión es la de un pobrecito hablador, experto en la arrogancia del discurso que tratará de acostumbrarse a la mentira como forma de vida.

El ensayo clásico de Hannah Arendt: La mentira en política. Reflexiones sobre los documentos del Pentágono, es parte del libro Crisis de la República, publicado originalmente en inglés en 1969. Los diferentes pasos que Arendt identifica para el análisis de la mentira en política son tres: a) el “carácter contingente de los hechos”; b) la mentira, por lo general, cae en las redes de supuestos especialistas en “relaciones públicas”, de manera que todo el escenario de la política se convierte en publicidad oficial a favor de quienes inventan cualquier mentira para ejercer la dominación y el engaño; finalmente, c) el “autoengaño” de los mentirosos se presenta en los momentos donde se pierde el control de las falsedades creadas y, en consecuencia, aquellos que mintieron constantemente terminan creyendo en sus propios artilugios para sucumbir en el infierno inerte de interminables nuevas miles de mentiras. La política utiliza la mentira para promover falsas 

seguridades y el mentiroso es, finalmente, un hábil embaucador, capaz de ocultar la verdad en los hechos contingentes.

Franco Gamboa Rocabado es sociólogo

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