Márcia Batista Ramos
En lo que va del siglo XXI, podemos constatar el crecimiento vertiginoso de las redes sociales, que sirven, especialmente en tiempos de pandemia, de conector entre los seres humanos. De forma particular, favorecen el intercambio de opiniones y gustos literarios, entre lectores, autores, críticos, editores, agentes literarios y todo aquel que tenga interés en la materia.
Las redes sociales, hoy por hoy, se transformaron en un importante vehículo de la literatura, ya que sirve para acercar al lector a la experiencia estética literaria. Mismo cuando existan opiniones contrapuestas, que, a pie juntillas, denigran las redes sociales como espacio de creación artística.
Además, es sabido que las plataformas están influenciando en la forma de escribir de muchos autores, ya que su forma de expresarse en las redes sociales se traslada a sus obras literarias. Motivados, seguramente, por el alcance a mayor número de lectores familiarizados con el lenguaje usado en este contexto.
Son tendencias, que promueven diversas reflexiones e ideas, no siempre concordantes, lo que, a mí, me parece muy sano. Al tiempo que fomentan diversas contemplaciones sobre el futuro de la literatura.
Yo veo que, a muchos, preocupa más que el futuro de la literatura, el futuro del invento de Gutenberg. No quiero ocuparme de los derroteros que esperan a la literatura o al libro en el futuro; mismo porque, a veces, en un trance de pesimismo irónico, no sé si habrá futuro. De cualquier modo, mis digresiones pesimistas no vienen al caso.
Lo que quiero referir es al hecho de que las redes sociales, están fomentando a la producción y consecuente consumo de la microliteratura[1], como género creciente en cantidad de autores, sumado a la cantidad exponencial de textos y lectores.
Atribuyo, la cantidad de lectores, a que, en la actualidad, los jóvenes esquivan a los libros voluminosos de tiempos pasados, por una serie de factores, como la mala formación escolar, que no supo incentivar la lectura de volúmenes ampulosos, por ejemplo. Lo tomo como una desventaja del libro físico frente a las nuevas tecnologías.
Sin embargo, los jóvenes, desde pequeños están entrenados y totalmente familiarizados con las plataformas tecnológicas y al texto electrónico. Siendo que, la mayoría de ellas funciona, de manera estructural, a partir de la redacción y la lectura de escritos breves. Una ventaja de las nuevas tecnologías frente al libro físico.
Es importante notar que, en las librerías, el fenómeno de la microliteratura pasa casi desapercibido, mientras que en internet se trata de una manifestación en pleno incremento, comprobando que las redes sociales favorecen al crecimiento de la producción de la microliteratura, por ende, el aparecimiento de nuevos escritores y cultores del género, con fuerza inusitada. Que, a su vez, responden a la marcada necesidad de inmediatez, de la sociedad del siglo XXI (la sociedad líquida de Bauman), pues, al igual que en las redes sociales, la microliteratura está signada por la concisión, la fragmentariedad y un sentido divertido de la interactividad.
Asimismo, la microliteratura se beneficia con las nuevas tecnologías insiriéndose como modelo en un mundo veloz, que deja un espacio exiguo para lecturas extensas.
[1] La microliteratura se define como la suma de géneros narrativos, poéticos, ensayísticos y sapienciales caracterizados por la brevedad, que carecen de extensión mínima y su extensión máxima suele ser de una página, aunque muchos estudiosos, definen por el número de palabras, habiendo pequeñas variantes. (N.A).