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In memoriam…

Fue un cruceño de cepa, querendón de su tierra, dispuesto al sacrificio por Santa Cruz y Bolivia, como ocurrió en sus años mozos cuando luchó por las regalías que disfrutamos, aunque ello le valió la soledad del destierro por la persecución política sufrida.

Economista experto en Banca de Desarrollo con estudios de Economía y Finanzas, con Cursos de Preparación, Evaluación y Administración de Proyectos de Inversión, fue Director del Servicio Nacional de Caminos; Funcionario Internacional del BID por casi 20 años y su Representante en El Salvador; cinco veces Ministro -de Finanzas; de Defensa Nacional; de Planeamiento y Coordinación; de Agricultura, Ganadería y Colonización; de Transporte, Comunicaciones y Aeronáutica Civil; Senador de la República y Asambleísta Constituyente (1967); como Asesor de CADEX logró la Ley de Devolución de Impuestos a las Exportaciones No Tradicionales; y, honró asimismo al Directorio del IBCE, como su Asesor.

Sus innumerables artículos sobre economía, política y cultura se publicaron en Bolivia y el exterior. Fue coautor del libro “Bolivia en el contexto de la integración latinoamericana: Visión del sector exportador cruceño” (IBCE-CADEX, 1994); autor del libro “Mis Vivencias” (2005); y coautor del libro “Visión Bolivia Productiva y Exportadora” (IBCE, 2007) expuesto por él magistralmente ante la Asamblea Constituyente en Sucre.

Fue Secretario de la Unión Internacional de Asociaciones Patronales Cristianas; Caballero de Gracia Magistral de la Soberana Orden de Malta; Presidente del Rotary Club Santa Cruz de la Sierra; Cónsul General Honorario de El Salvador; Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén y de Rodas, y recibió muchos reconocimientos cívicos y empresariales, el último del IBCE, en mérito a su impecable trayectoria profesional. Satisfacciones humanas, sin duda, aunque desde el 1 de mayo de 2018, disfruta de una alegría mejor: estar al lado de Dios.

Lucio Paz Rivero, más que un excelente profesional, en verdad fue un gran ser humano; ejemplo de esposo al estar al lado de la Sra. Wilma por 65 años; abnegado padre que, de corazón, lo perdonó todo. Don Lucio, como le decíamos quienes íbamos a él por un consejo, fue un hombre de bien que predicó con el ejemplo y -sin saberlo- me enseñó a escribir al transcribir sus largos manuscritos a la computadora, me enseñó también a pensar con nuestras conversaciones sobre la vida, todo supeditado a Jesucristo. Paz en su tumba querido Don Lucio -no es un adiós- apenas un ¡hasta pronto!


(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
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