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Consecuencias de la renuncia de Salvador Romero

Antes de ingresar al análisis del tema elegido siento la obligación de explicar a quienes tienen la gentileza de leer esta columna por qué dejé de escribir varios meses atrás. Dos razones determinaron la ausencia: una afección de salud pasajera, superada a fines de enero, con una exitosa intervención quirúrgica, y una motivación académica y política, originada en los resultados de las elecciones nacionales del 18 de octubre de 2020 y la subsecuente necesidad de abrir un espacio de reflexión en procura de pensar el país hacia adelante. Agotadas ambas motivaciones vuelvo a mi columna, pidiéndoles  disculpas por la ausencia. Entremos en materia.

La noticia dominante fue y es todavía la renuncia de Salvador Romero a la presidencia y vocalía del Tribunal Supremo Electoral (TSE), utilizando para ello una alambicada carta bajo el sugestivo título “Parto como llegué”. Atentos a la situación imperante en el país, caracterizada por una creciente polarización política, estimulada desde el Órgano Ejecutivo, recordemos los antecedentes del hecho y analicemos las consecuencias de la partida de Romero.

Antecedentes

Salvador Romero fue designado vocal del Tribunal Supremo Electoral por la expresidenta transitoria Jeanine Añez y en esa condición asumió la presidencia del TSE. Conocidos esos hechos, por su expertisseen materia electoral, muchos académicos y analistas –entre ellos quien escribe estas líneas– celebraron la incorporación de Romero a la máxima instancia de decisiones del Órgano Electoral Plurinacional (OEP). Retornó la esperanza de reconstruir un OEP independiente que deje en el pasado las administraciones electorales subordinadas al partido de gobierno; esperanza que, conforme avanzaron los meses, fue diluyéndose a velocidad creciente.

Pocas semanas después, la Asamblea Legislativa, dominada por el MAS con 2/3 de votos, designó a los seis vocales restantes del TSE en el marco de una sugerente concertación: el MAS sugirió los nombres de tres vocales y los grupos de la minoría los otros tres. De ese modo, Romero pasó a representar un equilibrio precario en la cúpula del OEP.

Gestión 2020 del TSE

¿Qué esperaba el país del nuevo TSE? Que le devuelva independencia y confianza al OEP, para lo que, como mínimo, debía implementar las siguientes líneas de acción: i) esclarecer concluyentemente el fraude electoral denunciado por la OEA; ii) alejar de los mandos técnicos y operativos del aparato electoral a todos quienes fueron parte de los sucesos de 2019; iii) transparentar el padrón electoral, base de las manipulaciones detectadas en los ejercicios electorales anteriores, y iv) demostrar que el conteo y difusión rápidos de los resultados electorales puede y debe hacerse garantizando transparencia e imparcialidad. Ninguna de las cuatro líneas fue cumplida a cabalidad, por lo que persiste  todavía una sombra de duda sobre el OEP.

Origen y consecuencias de la renuncia

¿Por qué renuncia Romero al TSE? Una explicación se encuentra en el origen de su designación: Jeanine Añez. No encontrándose ya en funciones, la expresidenta interina, peor aún dada la situación jurídico penal de la señora, la base institucional, e incluso ética, del renunciante se debilitó in extremis, por decirlo suavemente. No deben descartarse recordatorios de esta situación, e incluso amenazas del gobierno dirigidos a Salvador Romero.

¿Cuáles las consecuencias de la renuncia? El primer efecto está a la vista: el o la reemplazante será designado (a) por Arce Catacora, con lo que el equilibrio precario en el seno del TSE quedará anulado, imponiéndose una mayoría de vocales susceptibles de alinearse con el partido de gobierno.

Las posibilidades de concluir la reconstrucción del OEP, avanzar en su fortalecimiento y modernización institucionales y la devolución de certeza al padrón electoral quedarán reducidas a un mínimo margen, sino se cierran y quedan a la espera de nuevos cambios futuros.

Y entonces, el título de la carta tiene sentido, Salvador Romero se va como llegó: sin contribuir a resolver los mayores problemas que aquejan al sistema electoral y, en consecuencia, a la democracia boliviana.

Carlos Böhrt  es un ciudadano crítico.

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