La victoria de Daniel Noboa, de 35 años, en los recientes comicios que lo ungieron como nuevo presidente del Ecuador, abre la esperanza de un cambio sistémico en la política ecuatoriana. Fue un triunfo sorpresivo ya que este empresario “outsider” de la política era el sexto en las encuestas hasta el asesinato del candidato anticorrupción Fernando Villavicencio, el 9 de agosto pasado.
Sin embargo, esta nueva circunstancia está llena de peligros y desafíos. Por así decirlo, Noboa solo tiene una bala en la cacerina, pues corre el riesgo de que durante su corta administración que durará hasta 2025, los seguidores de Rafael Correa ensangrienten su gobierno y lo ahoguen con movilizaciones callejeras y huelgas, lo que los correístas sí saben hacer bien.
En los dos años venideros, Noboa debe concentrarse en un solo tema: la seguridad ciudadana mediante el combate vigoroso al crimen, sea éste organizado o espontáneo.
El joven flamante presidente debe levantar la agenda de Villavicencio y actuar en consecuencia contra la corrupción y la violencia, con mano firme, pero con observación estricta de la ley y el empleo de las fuerzas del orden de forma institucional.
Por lo demás, debe rodearse de gente impecablemente honesta y con capacidad administrativa ya que en el tiempo que tiene para gobernar no podrá resolver los problemas sistémicos de la salud, la educación y otros. Eso vendría si fuera reelecto en 2025.
En Bolivia, hoy se rememora los 20 años de la caída del gobierno constitucional de 14 meses de Gonzalo Sánchez de Lozada provocada por una crisis social principalmente alentada por huestes callejeras y vandálicas de Evo Morales, perdedor de las elecciones de 2002. La fórmula subversiva, por entonces no develada, siguió los pasos de la insurrección del año 2000 contra el gobierno de Hugo Banzer, en la llamada “Guerra del agua”, en Cochabamba.
Esta estrategia subversiva del Socialismo del Siglo XXI, utilizada en varios países de la región, básicamente sigue los siguientes pasos:
Primer paso: Elige un tema de interés nacional “amenazado” de ser “entregado” al capital extranjero occidental imperialista, como puede ser el agua, el gas, las telecomunicaciones u otro, evocando el nacionalismo y la defensa de los recursos naturales o “estratégicos”. Por esto es que Noboa debe evitar y resistir la tentación reformista o revolucionaria imitando a Javier Milei (las circunstancias y condiciones son muy diferentes a las que probablemente llevará a la presidencia a Milei, el próximo domingo en Argentina).
Segundo paso: Salir en defensa de la soberanía o algún otro valor cívico, como “evitar” cualquier privatización (tan urgentes) de sectores sensibles, “estratégicos”. Por ello es necesario arriar las banderas de las reformas durante estos casi dos años de “gobierno Noboa”.
Tercer paso: Potenciar y popularizar a algún líder civil, incluso desconocido, para que lidere la resistencia. Este tonto útil será promovido a un nivel de prominencia nacional, pero su “humildad y valentía” buscará identificar la “causa” con su persona, para tiempo después desaparecer del escenario nacional (como ocurrió con los líderes de las llamadas “guerras” del agua y del gas en Bolivia). Esto para beneficio del verdadero “capo”, llámese Morales, Correa, Petro, López Obrador, Ortega o Boric.
Cuarto paso: Deslegitimizar abiertamente al gobierno constitucionalmente electo y constituido, con acusaciones de corrupción de toda índole.
Por último, la estrategia subversiva procura neutralizar a las fuerzas del orden, inhibiéndolas a que actúen en defensa del orden constitucional.
Todo lo anterior culmina con movilizaciones callejeras, bloqueos de caminos, amenazas terroristas, etc., intimidaciones ante las cuales actúan las fuerzas del orden y ellos, por la espalda, asesinan a sus propios inocentes y humildes seguidores acusando al gobierno de “genocidio».
De ahí, está a un paso la caída de los gobiernos, a veces con la propia complicidad oculta de la “clase” política formal, vicepresidentes, congresistas, líderes cívicos, sindicales, etc.
Noboa debiera honrar a Villavicencio gobernando a “su nombre”, con su agenda anticorrupción que tanto aterroriza a Correa y los suyos. Después de todo, no habría cosa más honrosa que cumplir con la visión de ese hombre, por la cual él dio la vida. Y nada mejor que tener de aliado a un espíritu indestructible. ¡Buena suerte presidente Daniel Noboa!
Ronald MacLean fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.