¿Acaso sorprende el caudal de posibles votos para el Movimiento al Socialismo (MAS) el próximo 18 de octubre? El MAS estuvo tres lustros en el poder central y casi tres décadas en el poder municipal. Tiene dinero, estructura, discurso y medios de comunicación.
El MAS es, además, el partido que mejor entendió que había que llegar a las orillas del país, a la frontera, al poblado más alejado. La presencia territorial del MAS es inédita. Presencia de los activistas, pero sobre todo del Estado. La lejana Plaza Murillo llegaba a la puerta de la casa a través de muchos programas, sean o no exitosos.
Presencia reforzada por el expresidente Evo Morales, de cuyos defectos ya nos hemos ocupado antes, pero que tenía la capacidad de compartir con quien comía chuño o sábalo o lechón. Desde sus épocas de dirigente y de candidato era capaz de dormir en cualquier espacio. Esa cercanía no será fácil de borrar en miles de pobladores.
Por ello, paradójicamente, el MAS es el único partido actual con posibilidades de romper regiones, de tener una luna creciente aun cuando no sea un plenilunio. A ello se agrega su otra gran ventaja que es una constelación mayor, el MAS tiene una llegada internacional que los otros partidos no han comprendido. A pesar de ser parte de internacionales políticas, personajes como Samuel Doria o Jorge Quiroga no conmueven a una audiencia externa.
También el MAS tiene un alcance vertical porque le dice algo al pobre más pobre, al estudiante o al profesional. Además, sus puntales más importantes están en el agronegocio cruceño. Aún ya en agonía, empresarios de la carne homenajearon a Morales y entre sus últimos defensores estaban dirigentes de los empresarios privados, algo que no harían por ninguno de los candidatos de otros partidos.
El MAS logró entender muchas de las demandas acumuladas entre las poblaciones más marginadas y, al menos, les dio la sensación térmica de una inédita inclusión en los planes y programas oficiales. Había un rostro creíble y que dura tanto que es como un traje de seguridad para evitar la combustión de sus líderes con tantas denuncias que no se dieron en ningún momento de la democracia boliviana.
Sin embargo, el MAS fue perforado desde un principio por los grupos violentos ilegales con fines corporativos, como los muchos masistas ligados al circuito de la coca/cocaína, desde productores, pisacocas, microfabricantes, narcofuncionarios, clanes familiares hasta carteles internacionales. Ese inmenso poder le dará su voto al MAS y, seguramente, será el primero en provocar violencia cuando el MAS no gane.
Los otros sectores violentos, alimentados por los discursos ideológicos de los enriquecidos hermanos García Linera, también se aprontan como grupos de choque, como quisieron provocar hace un año. Nunca aceptaron al sistema democrático y añoran las bandas paramilitares que defienden a Maduro o a Ortega y las patotas kirchneristas.
Bajo el amparo del MAS florecieron ganancias ilícitas con tráfico de tierras rurales, semiurbanas y urbanas, incluyendo a un exgobernador; con tráfico de personas; delincuentes comunes protegidos por exministros de Estado. No quieren perder el espacio ganado. Lo defenderán con cercos o extorsiones, como ya se ha visto.
David Choquehuanca denunció a los impostores, la duda es qué piensa Luis Arce.
¿Aceptarán las reglas de la democracia o no se resignarán a la derrota?