Blog Post

News > Etcétera > Alvaro Vasquez > Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Álvaro Vásquez

Es bien sabido que las lecturas suelen llevar a otras lecturas, siguiendo la huella de los autores, el tema tratado, alguna referencia en el texto recién leído, etc.

Pero a veces se olvida que los escritos también vienen de lecturas, es decir, que quien escribe un texto, lo hace con base en lecturas previas. Y no solo lecturas, sino también vivencias, hechos históricos, referencias, relecturas, noticias y más. La imaginación — finalmente necesaria para dar forma final a cualquier texto literario— se alimenta de todas ellas, pues no es suficiente por sí misma para hacerlo.

En su último libro “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, Magela Baudoin incluye una nota final, en la que confiesa el origen de cada uno de los textos del libro. Gesto generoso que permite seguir la huella de sus cuentos hacia su origen. Sugiere, además, que sus textos podrían no ser más que eso: la memoria de un corte, que nos anima a recordar el dolor de lo no vivido. Hermosa definición de lo que es un cuento.

Obviamente, menciona textos literarios como fuente de inspiración de algunos cuentos, pero también habla de un cuadro de la talentosa Ejti Stih, cuya descripción casi gráfica encontramos en los últimos párrafos del cuento que inspira: Una mujer sentada con un cigarrillo en la mano, frente a un faro ciego, que además de no iluminar nada, parece obstruir la vista de quien observa. Entiendo al faro como metáfora de una incapacidad (no física) de ver, ya no lo que está en el futuro (figura empleada muchas veces), sino en el pasado, en nuestros recuerdos, lo que añade un incierto desasosiego a quien lee este texto, que me recordó al cuento-poema “Blanco” de Cecilia de Marchi.

Hay también un cuento inspirado en una canción (una idea que me mantiene atareado hace ya varios meses), “Mengele y el amor”Este es uno de los dos cuentos del libro que ya había leído, aunque la autora me dijo que para esta publicación les había hecho varios cambios (no solo los cambió, los mejoró, y mucho).

Este cuento es el ejemplo perfecto para ilustrar aquello de que un cuento se refiere siempre a dos historias, una visible y otra disimulada, escondida dentro de la primera. En este caso, el cuento nos propone una capa más, presentada en forma de una canción, homónima al cuento, que a su vez remite a otra historia, y es esa historia la que termina de dar sentido al cuento de lectura primaria. Leí en internet una opinión acerca de la canción “Mengele y el amor”, en la que la llaman una cancioncilla divertida. Quien realizó ese comentario se quedó en una interpretación muy superficial de la canción, pues si se indaga en su significado, está muy lejos de ser divertida. Escuchar la canción, entenderla, leer el cuento, encontrar la historia escondida y relacionarla con la canción forma un todo, que revela un trabajo preciosista de la autora. Textos como este nos enamoran de la literatura.

Los chicos Manara es también una reescritura de un cuento ya publicado. Una vez más, esta versión supera a la anterior, al tiempo que rinde homenaje a un reconocido historietista italiano.

Y estos cuentos, todos ellos, ofrecen eso, una historia atractiva, que sin embargo esconde algo más, una otra historia o un complemento a la primera, que se halla semi escondido, a la espera de ser descubierto por el ojo atento del lector. El premio a ese descubrimiento es siempre, generoso. Nos enseña que el precio de la rebeldía es una mirada triste, que el guardar secretos culpables destroza a quienes lo guardan, que los cobardes se ensañan siempre con los más débiles, que la memoria perdida puede recrearse en la ficción, que el filo del papel es incapaz de cortar el deseo, y nos recuerda el poder de una hoja escrita.

Así, quien se sumerja en las páginas de “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, accederá a un tesoro si navega atento.

La referencia mayor es, obviamente, el poema homónimo al libro, de Cesare Pavese.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo

El poeta italiano parece sugerir que la muerte nos acompaña desde el momento de nuestro nacimiento, y esa sensación se encuentra también en los cuentos, que nos muestran que la muerte alcanza a todos, y en cualquier momento, sin importar edad, ocupación o grado de felicidad/infelicidad. Poesía y cuentos nos recuerdan que, al mismo tiempo que nuestra vida, inicia también la cuenta regresiva de nuestra existencia, que la muerte es el destino final de todos. Todos practicamos la vieja costumbre de morir un día, cantaban el siglo pasado Los de siempre, poetas ellos también, de aquellos munidos de guitarra y enamorados de la bohemia.

Tus ojos
serán una palabra hueca,
un grito ahogado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando a solas te inclinas
hacia el espejo

Baudoin da un rol importante a los ojos en estos cuentos (no necesariamente protagónico, pero sí importante), ya sean bellos ojos perdidos en su propia desmemoria, como una muerte anticipada; tristes y paquidérmicos ojos que reflejan ya el brillo azul de la parca; o fríos ojos arios que solo pueden anticipar imágenes de final absoluto. U ojos en alas de insecto, como de los taparacos que dicen que anticipan muerte al posarse en un pecho.

Oh, querida esperanza,
ese día también sabremos,
que eres la vida y la nada.

¿Deben la esperanza y la muerte estar siempre enfrentadas? No lo creo. Vi a quien deseaba y llamaba a la muerte, en un pedido sincero y rabioso.

Leí alguna vez a un filósofo que decía que la muerte no existe, que solo existe el morir, pues luego de la vida no hay un estado comparable a ella que pueda llamarse muerte. Estos cuentos parecen, desde la literatura, contradecir a la filosofía, pues la muerte se asoma no después de la vida, sino junto a ella. Pienso en una imagen bicolor en degradé, donde la presencia de cada color se manifiesta solamente en contraposición a la de su opuesto, sabiendo que el protagonismo de uno se nutre de la merma del otro, en una codependencia total e inversa.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como mirar en el espejo
asomarse un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.

¿Viene la muerte siempre acompañada de unos ojos y una mirada? Tal vez.

Quizá sea la mirada que buscamos a lo largo de nuestros días, esa que anhelamos justamente por ausente, y cuya presencia se manifiesta solo al llegar a la última frontera, o acaso sea la que regalamos a los otros mientras buscamos a la primera, a esa prisionera de ojos que anuncian luto, o a esa palabra que no puede pronunciar un labio solitario.

Nos hundiremos en el remolino, mudos.

El abismo no es aquél al que llegamos al perder la mirada. Los ojos muertos nos quitan la luz, pero no la voz. La sima mayor — y última — es heredera no de la oscuridad, sino del silencio. La palabra escrita nos salva, la literatura reta a la muerte, ofrece la mejor batalla, la más valiente, porque se sabe batalla perdida. Lo sabía bien el maestro de la palabra, que pese a estar sumido en la oscuridad no dejaba de crear laberintos, mientras afirmaba que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece.

Podrá llegar la muerte en alas de esos ojos que irónicamente habremos buscado con ahínco en el tiempo de nuestra vida, pero Magela nos recuerda que mientras tengamos la palabra, estaremos vivos.

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights