Yessika María Rengifo Castillo.
En la monotonía transcurría el silencio. No hubo palabras, pero los interrogantes del mañana laceraron su alma. Pensando en su problema de fertilidad se fue su día. No habría nietos para el viejo Salomón y los juegos de fútbol, atormentaban a su corazón esa noche de neblina.
No sabía que esa noche de melancolía Eliana, su mujer, había recibido un regalo celestial ante el anuncio de la espera de los trillizos que endulzarían su mirada.
Ha pasado un año y cuentan las mujeres del Chorro de Quevedo que no hay un padre más abnegado que Eliseo.