Invencible
Juan Martínez Reyes – Perú
La leyenda dice que venció a dos gigantes, capturó a un unicornio, y cazó un jabalí sin ayuda de nadie. Su mejor talento fue hilvanar hazañas increíbles con la sagacidad de un zorro. ¿Quién pensaría que su primera proeza, matar siete moscas, le diera tanto prestigio?
Ansias
Patricia Nasello – Argentina
Dice que su sueño era ser violinista. Dice que al finalizar sus interpretaciones, impecables, habría sentido esa ovación que es el abrazo del público. Dice que las ansias que siente por ese abrazo imposible le provocan insomnio, entre otros malestares. No dice, él no dirá nunca, que su sueño siempre fue ser una mujer violinista.
Prédica del olvido
María Antonieta Barrientos – Chile
Los hijos del sol, de la tierra, del viento, del agua, de las altas cumbres, de las grandes planicies, de las ardientes selvas, de los enmarañados canales australes, con sus ceremonias de exaltación de la vida, su ternura con la Pachamama, sus danzas y gozos que honraban la memoria cósmica, salvaguardaban la Verdad de la tierra y de los cielos. Vinieron los hijos de otras tierras y de otras aguas, y las juzgaron tradiciones paganas, cultos idólatras de nativos desnudos. Imposible contar el número de fiestas mágicas borradas con sangre y lágrimas, cercenadas por el despiadado filo de las festividades ajenas.
Había llegado el cristianismo a poner la venda, con su manto de tinieblas y su cruz de olvidos.
Filántropo
Fabiola Morales Gasca – México
Se sabe que en grandes ciudades como esta, uno no debe de mirar a los ojos, sobre todo a los que piden dinero, a los alcohólicos tirados a media calle, o a los desahuciados tirados en la banqueta esperando con parsimonia y resignación a la muerte. A mí me gusta romper las reglas, siento lástima por ellos y por sus infelices vidas, quizás por eso los libero de sus cuerpos para que el dolor no los corrompa más. Sus órganos serán de utilidad en otros cuerpos sin pobreza. Alguien debe ser piadoso en esta bestial ciudad.
En la app de citas
Angélica Villalba Cárdenas – Colombia
Mary Shelley y su Frankenstein aún me persiguen. La pesadilla es un ciclo recurrente en el que el monstruo se enamora de ella, la toma y, al darse cuenta de que es un amor real, no digital, decide fundirla en códigos para que sea un recuerdo vago en las redes sociales; la deja en el limbo, como un purgatorio eterno lleno de llamas color neón que también arden.
Ella se convierte en mí. Corro por los laberintos infinitos de la red y no estoy sola. Voces masculinas susurran mi nombre desde las sombras digitales. No es solo el monstruo: sus voces se mezclan con la mía, fragmentada y dispersa, repitiendo que solo un abrazo podría destruir a quienes buscan amores secretos, fugaces, en la app.
Entonces, soy el avatar de todas las Marys que han sido devoradas por su creación, atrapadas en un limbo de datos y olvidos.