Hace varios días, circuló en las redes sociales una noticia falsa (fake news) sobre la importación de un vehículo Lamborghini Huracán y sus posibles “nexos” con el Gobierno, desatando una guerra política y poniendo en jaque el trabajo periodístico.
La “noticia” circuló inicialmente en las redes sociales y abrió una polémica en torno al costo del vehículo, que bordea los 300 mil dólares, y los alcances de la dirigencia afín al Gobierno del MAS para adquirir tal lujo.
Políticos y autoridades no se dejaron esperar para saltar a la palestra y utilizar este elemento generando una guerra. Pero el asunto de la “noticia” no quedó ahí. Por su puesto, los medios de comunicación también entraron al juego.
La “información” difundida tuvo matices que variaron desde enfoques sobre la calidad de un Lamborghini, los vínculos del importador real con el Gobierno y los memes en las redes.
A ello se suma que instituciones como la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) y la Unidad de Investigación Financiera (UIF) se pusieron la camiseta para “investigar” la legalidad de tal adquisición.
Toda esta situación, obliga a abrir un debate orientado en responder las siguientes cuestionantes: ¿Deberían los políticos estar preocupados en el famoso Lamborghini en pleno año decisivo para la democracia boliviana? ¿Cuál es el criterio para definir lo que es y no es noticia en pleno auge de las redes sociales? ¿Será que en la agenda informativa no existen temas de mayor prioridad?