He aquí el dilema en el que la mayoría de los bolivianos y bolivianas nos encontramos. Qué es más importante en la vida: tener o ser? Es decir, debido a los mensajes equivocados que nos da el sistema político dominante, se ha impuesto, en el consciente y subconsciente de las personas, y con especial fuerza entre los jóvenes, que lo más importante es tener antes que ser. Es más importante tener poder económico y político que me permitan tener autos, casas, lujos y protección. El tener poder es lo central y no importa cómo, lo sustancial es tener poder para usarlo y ejercerlo sin medida ni clemencia.
No importa de dónde sacas el dinero para comprarte y disfrutar los lujos más inimagibles. Solo basta satisfacer las ansias y deseos hedonistas sin que importe el origen de los recursos. La economía mal habida necesita protección y por ello te conviertes en fanático militante o aportante al partido en función de gobierno. Te estará valiendo un bledo lo que los políticos proponen, lo que buscas es llenar también sus satisfacciones a cambio de protección. Protección para el disfrute del robo, de la usura y la corrupción al erario público o de las actividades ilegales que emprendes ya sea a través del narcotráfico o contrabando.
Comparando Venezuela y México, un estudioso de los temas del narcotráfico, me decía que en México los narcotraficantes asedian y se han apoderado de algunos espacios del poder público; sin embargo, en Venezuela, el narcotráfico esta instalado y organizado por y para satisfacer las actividades ilícitas. Como estamos en Bolivia? Lo cierto es que en nuestro caso, no es que el poder político sea víctima de la corrupción, que es lo que suele ocurrir, lo trágico es que con el pasar de los años, pareciera que se ha montado una estructura oficial y oficiosa para asaltar al Estado en todos sus niveles. En alcaldías, gobernaciones, ministerios, empresas estatales e instituciones descentralizadas no descansan en su afán de cobijar y alimentar a la corrupción. Donde pones el dedo salta el pus, sin que nadie le ponga un alto.
El ser o el deber ser, es algo que a muy pocos les preocupa. Los valores tan básicos como la honestidad, la transparencia, el esfuerzo, la visión de largo plazo y el respeto al bien común, están archivados en el baúl de los recuerdos. Cuando hablas o centras tu reflexión en el ser, los amantes del tener, que son la mayoría, te dicen que pareces cura, que te estás haciendo el moralista y que, “por hecho el angelito, estas perdiendo oportunidades de salir adelante y de ofrecerles un futuro a tus familia”. La honestidad y esfuerzo propio, es hoy una quimera y un discurso de “pobres giles, que no saben aprovechar las oportunidades”.
Todos los casos de corrupción demuestran que la guía de los actores públicos es tener el éxito por el asalto. Esta misma lógica mueve a la sociedad, pues, para tener no hay límites. Narcotráfico, asaltos a mano armada, tráfico de órganos, tráfico de personas y contrabando son las actividades que están rompiendo las familias y sembrando una generación de hombres y mujeres vacíos y con la única ambición de tener sin importar el ser. Estamos criando a los monstruos de mañana, nosotros mismos, con nuestras acciones y con nuestras indiferencia. Sambo Salvito no es una ficción, hoy se reproduce y vive todos los días. Sino vean la familia del asaltante del Banco Unión, cuya familia, fue involucrada en todo el robo, sin importarles el origen de la rápida “fortuna”.
Ivan Arias es ciudadano de la República de Bolivia