Carmen Concha-Nolte

Presento El infierno comunica, del galardonado Raúl Aragoneses, a la comunidad hispanohablante. «Sus textos fueron reconocidos con el Carmen Alborch de la Fundación Montemadrid». Obtuvo mención en el I Premio Iscariote al mejor libro de microrrelatos publicado en España 2022.  Raúl fue segundo finalista, edición anual XV, de Relatos en Cadena Ser.

Una vez inmersos en sus textos, ahondamos su anchuroso océano, de allí que mi propuesta sea: sumergible infierno comunica, de donde sacaré a flote el dominio de la lengua, manejo del género, juegos metaliterarios e intertextualidad.

El sumergible infierno confirma el dominio lingüístico en un mar sintáctico preciso y conciso como en el enunciado «Un rostro el de aquel hombre que…». Además, trama la ficción eludiendo descripciones vanas, enunciados endebles. En oleajes aparecen imágenes potentes como «Probó a contar ovejas para combatir el insomnio» o «a lomos de coloridos caballos». Recurre a ritmos narrativos, concisión, elipsis y dobles lecturas. Me pregunto a lo Kafka, ¿Será cierto que uno puede atar a lectores con la escritura de Aragoneses? No lo dudo, usted tampoco.

Los textos bucean con tanques de oxígeno para insuflar sorpresa «contra las paredes callosas …». Raúl aborda el género con un bagaje enorme (muy entrado en carnes) y sapiencia propia. Nos regala parodias delicadas en Jennicienta, reescritura en Teoría de la humanidad, un mundo legendario en el micro Revelación, entre otros.

Dominar la lengua y un género no es suficiente. El arte exige proyectos burbujeantes como trazos espirales de ballena donde los microrrelatos viertan su menaje metaliterario. Esto lo distinguimos en el micro El método que dice: «debíamos dejar reposar nuestros mejores textos. Gozando de humedad y correcta ventilación».

La intertextualidad (J. Kristeva) se afianza en una ficción nueva con leves registros de una obra leída -con anterioridad- y reconocida en algunos textos de El infierno, tal como en Un cuento de navidad, el cual recrea “Las ventanas” de Baudelaire mediante una narrativa propia: en Nochebuena, el trance de un cuerpo celeste y la vigilia de las ventanas cerradas. La intertextualidad se reconoce gracias a la biblioteca cognitiva del lector.

En Muro de las lamentaciones destacamos una historia cotidiana y escamoteada, un inicio e imagen pujante, una locución preposicional, dos lecturas posibles, connotación sexual, y más.

Muro de las lamentaciones

Todas las noches su mujer le da la espalda al acostarse. Con la frente pegada a los hombros de ella, se balancea al tiempo que recita para sí mismo una letanía de reproches por la falta de amor. Entre las arrugas de aquella fría pared, a veces introduce un trozo de papel con sus más íntimas peticiones y aguarda el milagro.

En definitiva, la lengua, en este azul ducado del infierno comunica, se despoja de lo «que dice» para manifestarlo subyacente gracias al sumergible. Cuando el lector se conmueve con lo que los enunciados «quieren decir», entonces, solo entonces, emerge y se vuelca (en segundas nupcias) a la relectura.

Invito a degustar esta joya que se adquiere en https://delalunalibros.es/producto/el-infierno-comunica/. Pronto llegará a Latinoamérica. Le auguro muchas ediciones y traducciones a El infierno comunica. Raúl Aragoneses es un excelente filólogo, microrrelatista, ensayista, amigo. No dudo que la RAE le asigne un sillón en algunos años que no me atrevo, de momento, a contarlos.