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Pequeño homenaje a un poeta olvidado

Viviana Gonzales

Hace un par de días me topé con un texto de Ana Clavel homenajeando, o por lo menos recordando, al poeta Darío Galicia. Pero ¿quién es ese tal Darío Galicia?, es posible que su nombre no suene jamás como el de Pablo Neruda o Juan Gelman de quienes, aunque mucha gente nunca los leyó, por lo menos escucharon hablar.

Reconozco que a mí tampoco me decía nada el nombre de este poeta, sin embargo, su historia y después su poesía me conmovieron en gran medida. Galicia perteneció al grupo de poetas infrarrealistas (grupo literario al que pertenecieron Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro).

Los infrarrealistas eran jóvenes literatos que se reunían en calles de la Ciudad de México para leer y escribir poesía, además eran firmes “antipoetas” en contra de lo impuesto por la academia, entonces representada en la figura de Octavio Paz.

Me di a la tarea de buscar rastros de la juventud de Galicia en las fotos de Roberto Bolaño. No lo reconocí. Pero si los vi a todos esos jóvenes sonrientes, divertidos, con sueños… y entre esos, me imaginé, estaba este poeta que murió pobre, triste y en el anonimato.

Galicia fue un hombre que no pudo vivir plenamente su homosexualidad y gracias a libreros y algunos amigos de la época fue encontrado en 2019 por el centro de la Ciudad de México viviendo como un indigente, buscando sobras de cafés y cargando su vida llena de tumores y enfermedades. Es decir, pobre y jodido.

Y ese momento, al ver las imágenes de él, algo me conmovió profundamente. Realmente me dolió ver a un poeta así. Estos últimos días hemos vivido saturados de malas noticias, “un niño dispara en su escuela a su maestra y finalmente se suicida”; la delincuencia aumenta; un virus empieza a desaparecer a cientos de personas. Todo malo. Todo oscuro. Todo terriblemente trágico. Así también en la vida cotitidana, historias de hipocresía, falsedad, interés, etc. pero hay algo que a mí, por lo menos, me invita a creer: la poesía.

Mi acercamiento a la literatura fue hace muchos años, leyendo, escuchando historias, pero la poesía tiene un lugar especial en mi forma de ver la vida.  La poesía tiene ese “algo” cercano a la súplica a lo divino que conecta al hombre con lo mágico que habita en él.

No creo, en absoluto, que  poeta solamente sea aquél reconocido escritor por un grupo de intelectuales y con un libro publicado (o varios). No creo tampoco en aquellos que buscan la fama, el prestigio y el reconocimiento antes que la noble y sublime tarea de escribir.

Un verdadero poeta es aquél que es capaz de buscar y encontrar la poesía todos los días. De creer en todo (Dios incluido), de ahuyentar a los malos espíritus (o pensamientos) con sus palabras. Un verdadero poeta es un hombre/mujer que muere haciendo poesía. No escribiendo. Viviéndola.

Y esos verdaderos poetas. Muertos de hambre. Enfermos. Carcomidos por cánceres. Esos son los que no deberían morir nunca. Esos que también se agotan del dolor, esos que, de alguna manera, buscan la poesía en otro espacio, en otro tiempo. Son esos pequeños dioses que habitan ciudades como México y tragan miseria y basura.

Esto de la poesía, como decía Bolaño, es una lucha de vida o muerte en la que inevitablemente terminas siendo perdedor y aún así todo lo vale porque siempre quedará la palabra. Es por la palabra que existimos y somos.

Alguna vez me he preguntado sobre la función del poeta en la sociedad comparándola con un médico, por ejemplo, y no puedo negar la importancia fundamental de la medicina en nuestras vidas pero sin poesía la vida sería más gris y oscura de lo que ya es.

Un homenaje para un poeta del mundo. Darío Galicia. Un infrarrealista.  Un loco.

Fábula de amor

Nuestro amor es una fábula

Una película que nadie quiere 

Filmar

Dos muchachos

Dos cuerpos desnudos en la hierba:

Y aire haciendo vibrar

Ondas de colores

Nuestro amor es una historia

Prohibida

Y aun así tú y yo

Nos besamos en reforma

Y en la universidad

Ocultos en las sombras

Y también cuando

No resistimos 

El brillo y la atracción

De nuestros labios.

La fuerza de cuatro piernas

Y esta honda ternura

Y la necesidad de

Amarnos

Frente a la luz del día

Simplemente como dos hombres que se aman.

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