Hace unas semanas, el SIFDE, instancia que depende del TSE, que —entre otros— tiene el objetivo de supervisar el cumplimiento de normas en procesos electorales y cuya existencia yo desconocía hasta que pasó lo que voy a desarrollar luego, jugó un papel lesivo a la libertad de expresión y la democracia cuando emitió un “informe técnico” que indicaba que tres columnistas de opinión habían escrito textos —publicados entre el 15 y el 17 de agosto— que o favorecían o perjudicaban a alguna de las candidaturas que disputaron el poder en las elecciones generales celebradas el 17 de agosto.
He leído dos de las tres columnas objetadas por el SIFDE (la de Manuel Morales no la encontré, tal vez porque el medio que la publicó la eliminó por intimidación o miedo) y considero que ninguna vulnera ley alguna ni está fuera de lo éticamente razonable en el marco de una temporada electoral.
Para ser más precisos, hay que remitirse a la ley y su correspondiente artículo que, según el mentado SIFDE, los mencionados textos de opinión supuestamente vulneran.
Todos sabemos que durante los 20 años del régimen del MAS, ya que los legisladores no eran solventes ni ética, ni intelectual, ni culturalmente hablando, se aprobaron leyes mal hechas o directamente contrarias a la CPE. Una de esas es la 026: Ley de Régimen Electoral. El único artículo de la mencionada ley que habla sobre “columnas de opinión” es el 122, en el que se dice que “desde cuarenta y ocho (48) horas antes del día de los comicios hasta las dieciocho (18) horas de la jornada de votación, se prohíbe a los medios de comunicación: a) Difundir cualquier contenido propagandístico, informativo o de opinión que pueda favorecer o perjudicar a una organización política o candidatura; b) Difundir programas que mediante opiniones o análisis respecto a las organizaciones políticas o candidaturas, puedan influir en las preferencias electorales de la ciudadanía; y c) Dar trato preferencial o discriminatorio a alguna de las candidaturas u organizaciones políticas participantes”.
Como politólogo y comunicador social, entiendo que libertad de expresión no es libertinaje, o sea decir lo que se nos antoja aun cuando esto atente contra la dignidad o la reputación de alguien. (La libertad no puede existir sin orden y cultura. El libertinaje, en cambio, es la libertad en su versión degenerada.) Libertad de expresión es la posibilidad de emitir juicios, consideraciones o análisis políticos, económicos, culturales o sociales en toda época y toda situación. Y eso es lo que hicieron los dos artículos, tanto el de Carlos Valverde como el de Augusto Vera, mi padre. Ninguna columna pudo “favorecer o perjudicar” candidatura alguna, con lo cual el inciso a) queda desbaratado. Ahora bien, los incisos b) y c) hablan de “programas” y de “trato preferencial o discriminatorio”, pero las columnas de Valverde y Vera ni son “programas” ni dan trato “preferencial” ni “discriminatorio” a nadie, sino que analizan la realidad de ese momento, ponderando ciertas cosas o acciones y criticando ciertas otras, como se hace en toda democracia.
Por otra parte, eso de “favorecer o perjudicar” es un asunto subjetivo, pues ¿cómo se podría demostrar que una columna de opinión (y en realidad incluso una propaganda política) “favoreció” o “perjudicó” a alguna candidatura? Habría que hacer un estudio científico para demostrar que una columna de opinión favoreció o perjudicó electoralmente o de alguna manera a alguien, ¿o no? Si el SIFDE cree que esto sucedió, que haga el estudio. Y si no, que no emita un informe técnico arbitrario.
Este entuerto surge del espíritu autoritario que impera en la sociedad boliviana. La multa que puede recaer sobre cuatro medios escritos es injusta y puede poner en el limbo su existencia. No creo que la multa sea “excesiva”: creo que es totalmente injusta. No se debería pagar ni un centavo ni ser pasibles a ningún otro tipo de sanción.
Sostengo que estos problemas sobrevienen en aquellos Estados que tienen superabundancia de leyes y que son esos en que hay menos educación y poco se practican las buenas costumbres. Pues aquel país donde abundan leyes y normas es un país en que los hombres tienen propensión al vicio.
No lo hagas, TSE; no desgastes más la libertad y la democracia. Más bien, fortalécelas denegando la moción del SIFDE.
Ignacio Vera de Rada es politólogo y comunicador social