Márcia Batista Ramos
El Lenguaje Roto
Dicen que antes los humanos hablaban un idioma común con los elementos: entendían la voz del agua, del viento, del mineral. Pero al volverse dueños de la tierra, ese idioma se transformó en miles de lenguas humanas. Lo oculto es que todavía cada palabra arrastra ecos de ese lenguaje original; por eso, ciertos sonidos conmueven sin explicación, como si tocaran un nervio arcaico en la memoria.
El Espejo Vivo
Antes de que existiera la palabra escrita, había espejos que no devolvían la imagen del rostro, sino la verdad interior. Nadie soportaba mirarlos demasiado, porque mostraban lo que el corazón ocultaba incluso de sí mismo. Los poderosos los destruyeron, pero el mito asegura que aún quedan fragmentos en cuevas profundas. Quien los encuentra, pierde la comodidad de toda máscara.
El Olvido Pactado
Previo al nacimiento, cada alma recuerda todo: la vastedad del cosmos y las infinitas posibilidades. Pero antes de entrar en un cuerpo, firma un pacto de olvido, porque sería insoportable vivir con la memoria de todo. Ese mito permanece en las sombras porque pone en duda la linealidad de la vida: tal vez no aprendemos, solo recordamos a medias.
El Guardián del Abismo
En lo más profundo de la conciencia, cada persona tiene un guardián silencioso. No es dios ni demonio, sino un rostro que solo aparece en sueños: el guardián sostiene el límite de lo que puedes soportar. Si alguna vez cayeras más allá de tus fuerzas, él mismo cierra el recuerdo para que sobrevivas. Por eso, lo más temido no es la muerte, sino el instante en que ese guardián decida apartarse.
La Ciudad Transparente
En tiempos remotos existió una ciudad hecha de cristal. Allí nada podía ocultarse: los pensamientos eran visibles como luces, las emociones corrían como colores en el aire. La gente no podía mentir, ni fingir, ni manipular. La ciudad colapsó, porque nadie soportó tanta desnudez. Entonces, se quedó en evidencia que los humanos desean la verdad, pero no su peso.
