Impunidad
Maribel García Morales – Colombia
Cegado por su indiferencia, el hombre de hielo la mató. Fue completamente imposible atrapar al asesino, el sol canicular derramó su destello sobre el amante despechado quien se unió al río formado por su cuerpo y el témpano que había enterrado en el ceniciento corazón de la mujer.
La literata II
Biyú Suárez – Bolivia
– ¿Ya leyó el cuento “El dinosaurio” de Monterroso?
– Todavía no lo he terminado.
Tips de cocina
Rubén García García – México
La liebre sabe mejor si al gato se le marina con naranja agria.
Confesión
Lester F. Ballester – Cuba
—QUERÍA SILENCIO. Por eso, lo maté. Era casi imposible hacer que se callara. Sus gritos me torturaban noche y día. No podía más.
La mujer miró al oficial.
—¿Qué tiempo tenía el bebé?
—Cinco meses.
El viejo
Armando Alanís – México
Buscaba mujeres más jóvenes que él. Les invitaba unas copas en un concurrido bar, luego cenaban en un restaurante de lujo, más tarde las llevaba a bailar al salón de moda y pasada la medianoche les sugería que fueran al hotel. Una y otra vez le decían que no. Por fin, una le dijo que sí. Con el pretexto de que iba al sanitario, huyó a toda prisa del local.
El odio
Araceli Otamendi – Argentina
Llevaba años con el odio oprimiéndole el corazón, le guardaba rencor y quería escribir una
nueva página en su historia, borrar lo anterior, que no quedara ningún rastro. Empuñó
un revólver, se introdujo en la máquina del tiempo y lo buscó, estaba ahí, como siempre, con
esa sonrisa sarcástica. Ella le disparó tres tiros, se aseguró que estuviera bien muerto
Enseguida volvió al presente, alguien tocó su hombro:
-Es tarde, dijo él con un hálito helado.