Eslabones de la cadena
Sara Coca – España
Cuando nació era igual que su padre. De niño pasó a tener los ojos de su madre y en la adolescencia, el carácter taciturno de su abuelo paterno. Ahora a sus ochenta años, ha descubierto los papeles de su adopción y desolado por la noticia, quiere dejar de comer, justo como hizo su tío materno cuando llegó a su misma edad.
Patriota contemporáneo
Mónica Cazón – Argentina
Señor Juez necesito explicarle, me casé por un acto fallido, seguí adelante con ese matrimonio gracias a un acto de valentía y me divorcio en un acto de defensa propia.
¿Podría usted firmar sin demora el acta de mi independencia?
Mudez
Angélica Villalba Cárdenas – Colombia
El virus le quemó la garganta hasta volverla cenizas. En ese instante, un ave fénix nació de las páginas en blanco.
Para disfrutar
Karla Barajas – México
La acompañé a su departamento. Esperé a que encendiera el fuego de la chimenea y de un horno viejo, bebí del vino tinto que dejó caer en mis labios, le toqué el rostro, colocó su nariz sobre mis manos y aspiró mi aroma, como si quisiera retener mi humor; sentí sus gruesos labios y su lengua en mi cuello, sus dientes presionando mi carne me hicieron gemir. Me quitó la ropa, ungió aceite de cocina por mi cuerpo. Ella me dijo: “¡Voy a comerte enterito!” y de no ser por el dolor que me produjo una mordida, en la entrepierna, habría dejado que la caníbal cumpliera su ofrecimiento.
Continuidad
Claudia Sánchez – Argentina
Todo había sido cuidadosamente planeado, pero ahora dudaba. Efectivamente, los perros no ladraban y la luz encendida le indicaba que él se encontraba leyendo su novela en el sillón verde del salón principal. Pensó que aún no habría llegado al capítulo final. Estaba a tiempo. Arrojó lejos el puñal y se encaminó hacia la puerta. Lo resolverían como caballeros. Después de todo odiaba las novelas con finales violentos.