Ronald Valera
En las últimas semanas se mencionan la polarización, confrontación y división de las naciones en el mundo divididas en dos bandos que al parecer son irreconciliable; las causas son diversas, pero un denominador común que predomina es el ego de los dirigentes o lideres de las facciones, que se dejan dominar por su ego hasta perder el norte de aquello que defienden en nombre del pueblo o de lo más desfavorecidos de la sociedad, generando una confrontación innecesaria; esta realidad es común en la historia de la civilización, sin embargo, se suponía que en la actualidad las instituciones ayudarían a que los egocéntricos políticos, la tuvieran mas difícil para manipular a la sociedad.
De igual forma, los seres humanos tienen un ego que gestionado de manera sana le impulsa para distinguirse de otros, expresar ideales y accionar para obtenerlos dentro de la sociedad, sin embargo, cuando no es gestionado saludablemente puede llevar a la persona a una ceguera destructiva tanto para el individuo y su entorno; por ende, cuando el egocentrismo domina a una persona que tiene el poder económico o político las consecuencias tienen un rango mayor de destrucción, ejemplo de ello en la actualidad es Rusia y Ucrania con Putin; Argentina con la actual vice presidenta y en Bolivia donde dentro del actual partido de gobierno, existen luchas de poder político impulsado por los ego de los dirigentes; sin olvidar, que en Santa Cruz los dirigentes de los diferentes niveles de gobierno impulsado entre otras cosas por el ego, no se logran poner de acuerdo para no perder el protagonismo de la acción en buscar lo mejor para el departamento y Bolivia.
Partiendo, de esta situación es necesario que los ciudadanos tengan conciencia en qué momento el líder o dirigente está actuando por el bien común o para alimentar su ego, y poder decidir en apoyar o no sus propuestas; realmente no es sencillo hacer la diferencia pero es posible, porque recuerden queridos ciudadanos el ego del político necesita adeptos para ser alimentado y a no ver adeptos en sus propuestas automáticamente las cambia para no perder protagonismo, llevándolo en actuar por el bien de los ciudadanos y no para su ego o adeptos.
Ronald Valera es filósofo.
