Sino es la congestión de las calles, es la ampliación de las casetas o el cuoteo de los puestos de ventas. En fin, ellos, los comerciantes, son los que mandan en Cochabamba con el consentimiento de la Alcaldía y sin importar el bienestar común.
El Corso de Corsos provoca, año a año, una serie de críticas entre la generación de basura, el congestionamiento, la organización y el armado de graderías. Pero este año, particularmente, se solicitó su suspensión debido a los desastres que afectaron a varias familias en Tiquipaya. Lamentablemente, esta solicitud fue usada como bandera por los comerciantes para encumbrarlo como excusa y evitar que el evento se lleve a cabo en la avenida Beijing y Circunvalación.
Sin embargo, lo más crítico es que la Alcaldía de Cercado haya cedido ante tan burdo discurso abrogando la norma que establecía el traslado del evento y reconfirmando, una vez más, que en el municipio son ellos los que mandan.
El poder político de los comerciantes siempre ha sido el eterno problema de Cochabamba y hasta el momento no ha habido una autoridad que ponga orden en este sector. Se opta por el camino menos conflictivo, por minimizar sus atropellos y por excusarlos constantemente. Todo por no perder su apoyo y menos en tiempos electorales.