Ofertar y comprar productos y servicios las 24 horas al día y los 365 días del año es una de las ventajas irrefutables del e-commerce; una tendencia que cada día crece en el mundo y de las experiencias positivas, se sobreponen a cualquiera de los tropiezos que también con éxito se han ido librando.
Sin embargo, aún existen lugares donde este tipo de transacciones que requieren, logística, producción, un sistema de pago establecido y un monitorio de clientes ha resultado todo un reto, como es el caso de Bolivia, donde a pesar del interés de la población, no todos los sectores se animan a ofertar sus productos a través de sitios que requieren del Internet como intermediario.
De acuerdo con un estudio publicado en 2016 por Captura Consulting, un número importante de la población prefiere adquirir productos desde la comodidad de su hogar, pagando a través de medios electrónicos. Así, las cifras afirman que más el 63% de quienes realizan este tipo de operaciones, lo hacen para adquirir tecnología y servicios digitales. Otros usuarios, en menor medida, usan estos servicios para adquirir ropa, libros o pagar entradas a eventos.
En este sentido, los números también dejaron ver que existen sectores específicos que no se atreven a dar el salto y unirse a la transformación que auspicia el e-commerce. Específicamente, este grupo se refería al sector turismo y las áreas de atención que lo integran como hoteles, agencias de viajes y otros negocios, que en Bolivia que recibe, cerca de 900 mil turistas — según el Instituto Nacional de Estadística — es una deuda reprochable.
Pero, la falta de ánimo de los proveedores de la economía local no es la única traba de que enfrentan los bolivianos a la hora de participar en la práctica del e-commerce. Cuando la falta de oferta del propio país, invita a los compradores a buscar en otros mercados, aparecen otros inconvenientes.
La demanda existe, solo falta satisfacer la oferta.
Entre los principales problemas que enfrenta el consumidor para hacerse con determinados productos importados, están la logística (62%) y los medios de pagos 60%. Como en otros países de la región, la empresa de correos de Bolivia, Ecobol, no presta atención eficaz a este tipo de envíos, mientras que las empresas privadas cobran un porcentaje muy alto de impuestos, lo cual hace que esta alternativa no sea apta para todos los bolsillos.
Por otra, parte y en cuanto a los medios de pago, Bolivia también enfrenta carencias. Así, las empresas de gestión de pago electrónico internacional como PayPal no funcionan en esas latitudes, dejando como única opción las billeteras virtuales que se benefician de altas tasas de comisiones.
De acuerdo con cifras de 2015, el crecimiento del comercio electrónico en Bolivia era del 30% anual. Ý aunque no parece un porcentaje pobre, sí lo es con otros respecto a otros países que usan el e-commerce en América Latina. Hasta la fecha, se desconoce la cantidad de ingresos que genera esta actividad en el país.
Tomando en cuenta los altos costos de obtener una conexión a Internet, comparado con otros países, el e-commerce a penetrado en el país y aunque lo ha hecho tímidamente, las expectativas son esperanzadoras.
De acuerdo con el Instituto de Comercio Electrónico de América Latina, con más 4 millones de bolivianos conectados a internet en Bolivia y casi un 20% que están comprando online en Bolivia, es un hecho que la desconfianza hacia este sistema ha sido superada y solo espera por un cambio de paradigma de los comerciantes locales, así como la flexibilización de políticas de pagos internacionales y más opciones de envíos.
Hay mucho que aprender y mucho que enseñar, pero Bolivia lleva años dándole la bienvenida al e-commerce