De: Viviana Gonzales / Para Inmediaciones
El poeta pequeño en tierra hostil
se cansa de ser poeta
calcula números
y se enfrasca en cifras que
no entiende
hace cálculos que nunca alcanzan
apenas si puede canjear aplausos
es culpa de la tierra hostil
es muy grande
perversa
y su vómito constante le salta al rostro
La mujer de en frente lo mira por las mañanas
y el pequeño poeta solo
sólo conoce de eso:
leer y escribir
pero los libros son caros
y en la ciudad apenas existen librerías
para los poetas solo queda eso
el café barato y desabrido
los libros usados que cuestan como nuevos
los cigarrillos nacionales (que ahora son americanos)
la comida corrida de la ciudad de México
o los puestos ambulantes de las cholitas de La Paz
El alcohol, elixir de palabras
es, a su vez, veneno y sabia
y los poetas maman alcoholes
blancos
baratos
cegadores
Hay otros poetas grandes
los que firman contratos con editoriales (más grandes)
y a los que acuden presurosos sus lectores
esos tienen plumas de marca
con un bolígrafo bic
el poeta
dedica sus escritos
a su madre
a su novia
la ex no llegó
ya no le interesa la literatura
estos poetas
suelen vestir chompas corroídas
y amuletos para la buena suerte
y con suerte leen
a la Alejandra
al Federico
o al Miguel
en las fiestas de la ciudad de México
los poetas cantan rancheras
y en La Paz
morenadas
pero ni con rancheras
ni con morenadas
llegan poemas escritos coherentemente
porque los poetas pequeños
no soy muy coherentes
son godinez por la mañana
y vendedores de hot dogs por la noche
habitan insignificantes
ciudades como México
o La Paz
van en metro
y nadie los conoce,
salvo la casera de las tortas,
los tamales,
o las salteñas
Pero ella no sabe de poetas
tampoco el vendedor de dulces
ni la mujer de enfrente
los poetas mayores,
viajan a París
a Madrid
o a Nueva York,
donde firman libros
mayúsculos
entre cientos que los esperan
El poeta pequeño
hace fila para subir al metro
para pagar las tortillas
o su marraqueta
entonces por las noches
la caserita morena
el vendedor ambulante
la loca que duerme en la calle
habitan, sin enterarse jamás,
unos poemas
que nadie lee
salvo el mismo poeta.