Acaba de salir a la luz la segunda edición de Justicia y dignidad. Alegato y sentencia en el juicio a la dictadura de García Meza (UMSA – Didáskalos, 2018). He vuelto a recorrer esas páginas con especial interés porque ahí está mi propia historia –el asesinato de mi padre en 1981– y, por supuesto, la del país en su conjunto.
A estas alturas, es difícil recordar el ambiente de aquellos años. El juicio empezó a mediados de los años 80 cuando el dictador Luis García Meza todavía andaba campante por clubes y plazas en todo el país. Déspota y arrogante, era común verlo sin que se le moviera un pelo de vergüenza. Por eso, el inicio del juicio a la cabeza de Juan del Granado fue una labor titánica que duró nueve años.
En toda esa temporada, la interpretación de la historia no estaba resuelta, todavía la disputa por la verdad estaba en juego y la moneda en el aire. De hecho, en el libro se refleja la argumentación torcida y mentirosa del exdictador y su intención por convencer que no tenía responsabilidad alguna.
En aquel tiempo, García Meza contaba con muchos recursos –desde conexiones, alianzas y complicidades hasta el dinero robado–, lo que le permitió tener un equipo a su disposición; en cambio, Juan y las víctimas teníamos que sumar esfuerzos para cuestiones operativas, desde vivienda hasta fotocopias.
Como se refleja en el libro, la acusación fue en cuatro áreas: delitos contra la Constitución, asesinatos en la Central Obrera Boliviana, genocidio en la calle Harrington y delitos contra la economía del Estado. La sentencia final fue dictada por la Corte Suprema de Justicia en abril de 1993 y fue recibida con una celebración popular en la plaza 25 de Mayo en Sucre; el dictador fue condenado a 30 años de prisión sin derecho a indulto.
El libro es estremecedor. Las fotos muestran la esperanza de las víctimas, de Juan y de quienes impulsaban la justicia, que contrasta con la mirada del exdictador, que, sentado en la silla de los acusados, no abandonaba su perverso rostro. Los testimonios cuentan los detalles de las torturas, los asesinatos, el sufrimiento, las persecuciones. Además, se reproducen las fuentes que sustentan las acusaciones.
La reedición del documento nos devuelve un pedazo del Juicio del Siglo, pero es mucho más: se trata de un emblema que tiene que resonar y ser reactualizado constantemente. Ahí se narra la justicia y la dignidad no solo de los afectados directamente por la dictadura, sino de toda la nación que logró someter a un dictador y condenarlo con la ley en las manos. Y por supuesto que nos recuerda lo agradecidos que debemos estar con Juan del Granado y el equipo impulsor del juicio. Es un libro que no debe faltar en ningún estante, pero sobre todo una historia que debe reconfortarnos y empujarnos a mirar el futuro de otra manera.