Maurizio Bagatin
Sobre Bolivia se escribió demasiado, y aun nada, que es lo mismo.
“…y si la noche es brumosa, un esfumado claror se hincha como una esponja lechosa al pie de las caletas”.
Willy estaba probablemente allí, al límite, en la orilla, al borde de una nación aun clandestina, visiblemente contento, subía y bajaba, bajaba y volvía subir, el columpio de su sueños, de sus pesadillas, de su vida. Las historias no son nunca las mismas historias, ayer probable lugar en que Cervantes…hoy su prisión quijotesca: persona expuesta política y públicamente (PEP), mañana Nuestra Señora como ayer, como siempre.
La ciudad es el nombre, las mil noches y una maravilla, más inquietudes que respuestas: Irene abajo, su fauna adentro de su vientre, hilos imperceptibles de todos sus hijos y camuflajes de sobrevivientes, todos los sueños de todas las ciudades; y Willy y sus millones de sombras, como un arquitecto renacimental, un urbanista, un fatuo embriagador de calles y callejuelas, buscándole el nombre, su mito, su pureza y su vitalidad. Irene, La Paz, aquella noche en Cochabamba.
Viajeros imperfectos nosotros, ciudad visible e invisible Chuquiago.