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Inti

Dicen que los vecinos del otro pueblo te mataron, porque eras un haragán y sólo causabas problemas cuando llegabas. Yo sé que eso es mentira, porque tú no eras busca pleitos como otros, al contrario, eras muy servicial y aquí en nuestro pueblo te queríamos mucho. Te apreciábamos tanto como uno más de nuestra familia. Pero acabaron contigo. Descuida, en esta vida todo se paga y el culpable tendrá su castigo, tarde o temprano, ya lo verás. No descansaré hasta encontrar al responsable. Tienes la palabra de tu amigo Carlos, el mejor policía de esta zona.

Varios amigos y conocidos han venido hasta aquí a darte el último adiós. Pobre, me da tanta pena tu partida. Yo siempre me cruzaba contigo por la calle, cuando iba a trabajar. Te portabas bien con todos. Recuerdo que una vez me defendiste de un ladrón, que intentó robarme mi sueldo que había cobrado en el banco. Fuiste un héroe para mí y para nuestro pueblo. Desde entonces, los vecinos dicen: la profesora Susan tiene guardaespaldas. Estoy segura que encontraremos al asesino y vengaremos tu muerte.

¿Cómo pudieron ser tan crueles contigo? Tú eras como un hermano. Te trajimos desde pequeño, aquí te criamos y te dimos todo, hasta que te enamoraste y abandonaste la casa para ir a vivir con tu familia. Tu único hijo que sobrevivió a la sequía, debe estar por aquí, llorando como yo, dejando que la nostalgia se interne en el pecho. Seguro te debes acordar del corte que te hice. Quedaste espectacular. A partir de ese día comenzaron a llegar varios clientes en mi peluquería “Elena”. No puedo evitar las lágrimas. Te vamos a extrañar, Inti.

Hasta el alcalde del pueblo ha venido al velorio y compró el ataúd para ti. No puedo creer que te hayas ido. En la mañana te vi por la plaza, muy contento, llevando el almuerzo para tu hijo, que se parece mucho a ti. Eras un buen padre. ¿Cómo pudieron hacerte esto? ¿Quién será el asesino? Hacía varios meses que te había encontrado muy mal, tendido en la calle. Gracias a mis cuidados, te pudiste salvar. Desde entonces, debido a mi buen corazón, mi farmacia “Don Julio” ha tenido más clientela. Y ahora, llegué muy tarde para salvarte. Solo quiero decirte adiós, amigo.

Varios dicen que te encontraron agonizando en la calle, frente a la casa de don Fernando. Por eso, algunos piensan que él te mató, porque no le caíste bien, desde que llegaste al pueblo. Bueno, ya tengo un sospechoso. Voy a averiguar hasta hallar a tu asesino, porque tu muerte no debe quedar impune. Juro que atraparé el desgraciado que acabó contigo, o dejo de llamarse Carlos.

Ahora que recuerdo, Elena me contó que unas horas antes de tu muerte, te vio por la plaza, cerca de la casa de don Fernando. Pero, ¿Qué motivo pudo haber tenido ese hombre para quitarte la vida? Lo curioso es que él actuaba muy extraño cuando te veía. Esto es algo que no logro comprender y eso que como profesora soy muy analítica.

Estoy segura que don Fernando no pudo haberte matado, porque a pesar de ser un hombre huraño, no era mala persona. Además, cuando vino ayer a mi peluquería, me dijo que estaba pensando en hacerte una casa para que vivieras con más tranquilidad, pues ya tenías un hijo pequeño. Entonces, el único sospechoso podría ser aquel ladrón que juró vengarse de ti, cuando evitaste que le robase a Susan.

Cuando me dijeron que te habían asesinado, solo pude sospechar de don Jacinto. Él estaba furioso, pues creía que tú te habías robado sus patos que había estado engordando para el quinceañero de su última hija. Pero eso ocurrió hace ya varios días, cuando vino a mi farmacia y tú todavía estabas sano y salvo.

Acabo de atar cabos, don Fernando no pudo haberte asesinado. En primer lugar, él solo se alejaba de ti, porque sufría de una extraña fobia. En segundo lugar, al parecer quería construirte una casita para ti y tu hijito. En tercer lugar, él viajó hoy a la capital. El otro posible asesino es don Jacinto, que juró vengarse porque creyó que tú te habías robado sus patos. Pero eso fue hace varios días y nunca halló pruebas de que tú hayas sido el responsable. Nos queda la versión de la venganza, que había jurado aquel delincuente, a quien conozco de cerca, pues fui yo quien lo llevó a la celda de la comisaría. Cuando te encontraron en la calle, estabas botando espuma por la boca. Eso significa que te envenenaron. Y yo recuerdo haber visto a ese ladronzuelo comprando algo en la farmacia de don Julio. Apenas me vio, se escabulló por la esquina. Entonces, ya no hay más vuelta que darle al asunto. Ahora mismo lo buscaré y haré justicia para ti. Adiós, Inti.

El cachorro de Inti, miró a los presentes con tristeza y comenzó a aullar lánguidamente, mientras se acostaba en el féretro donde yacía su padre. Afuera, solo se escuchaba el viento gimiendo en el atardecer.

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