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El Tunari en llamas

Cayó aproximadamente 70 metros. 70 metros que su cuerpo fue golpeando el cañadón ¿quién sabe cuántos huesos rotos, cuánto daño interno, cuánto dolor alcanzó a sentir antes de quedar inerte en un algún lugar del Parque en llamas? Estuvo considerado «desaparecido» por largas horas y cuando por fin se halló el cadáver era ya la madrugada de este martes. El Parque seguía ardiendo desde el domingo, los voluntarios se desvivían por salvarlo todo, precaria y solitariamente, pero el subalcalde de la comuna Tunari, junto a otros dirigentes, estaban por la zona… Bebiendo. Todavía no sabemos el nombre del occiso pero sabemos que murió por intentar salvar para todos lo que otros pretenden destruir para su propio y puerco beneficio. Esa muerte estará en la consciencia de los depredadores criminales y en la de los criminales que lo permitieron.

Son más de 200 hectáreas de bosque en llamas, cientos de especies animales afectadas, el último bosque de kewiñas de la Ciudad reducido a nada, a troncos negros, calcinados. 30 años aproximadamente tardará la recuperación parcial de esta zona del Parque, pero ese dato no revela nada esperanzador porque en 30 años ya no quedará nada. A este punto, las cosas son innegables: El Gobierno da ventajas, alienta, protege, incentiva y se hace de la vista gorda con los intereses colonizadores. Acá o en la Chiquitanía, para el caso es lo mismo. Llámense interculturales, loteadores, humildes campesinos u honestos agricultores, todos chaquean, todos queman, arrasan, destruyen, contaminan y matan toda forma de vida. Inclusive la humana, porque un voluntario que ayuda en los incendios muere por causa del incendio provocado por unos y socapado por otros. El crimen tiene todos sus rostros. ¿Hasta cuándo, caraj0?

Ni sus supertankers inútiles, ni sus helicópteros inprovisados, ni sus militares con silbato que resguardan sólo la entrada del Parque para ver quién entra y sale, ni sus obscenos millones en publicidad, ni sus discursos hipócritas ante la comunidad internacional, ni sus fotografías infames que fingen preocupación van a revertir el desastre. De los culpables materiales: Ni rastro, protegidos y escondidos por la infamia. Los culpables indirectos: están en campaña para su ilegal reelección. Hemos tocado fondo en la estulticia. Estamos pagando caro nuestra propia apatía. ¿Vamos a seguir permitiendo eso? ¿Cuántos cuerpos más tienen que caer 70 metros para que digamos basta? ¿Cuánta ceniza más tiene que caer sobre nuestros hijos para que desterremos para siempre a los canallas? ¿Cuántos bosques más se deben incendiar para que las llamas nos despierten del letargo? Mientras tanto, el Tunari sigue en llamas.

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