El poder de las palabras

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En 2016 estuve en el Festival de Poesía de Caracas, me invitaron a un diálogo con el gran poeta Reynaldo Pérez Sá acerca del poder de las palabras. Él afirmó que las palabras, de tanto usarse sin sentido, terminan gastándose; que para él ya era muy difícil incluir las palabras revolución y socialismo en uno de sus poemas porque en Venezuela esas palabras ya no tenían sentido.

Lo mismo podemos decir en Bolivia, ya que esas y otras palabras como Pachamama, voto, vivir bien, referendo, Estado de derecho y otras perdieron su verdadero significado y tiene que pasar muchos años para que su carga semántica vuelva a tener el significado original y apropiado. 

También se aplica a otras palabras cargadas de política; el “proceso de cambio” satanizó algunas como neoliberal, librepensador, derecha, oposición y otras de tal manera que las convirtió en insultos para descalificar al otro que no era un simple adversario, era “el enemigo” que, en algunos casos, había que eliminar; basta con recordar las declaraciones de algunas de las exautoridades. Tanto fue el cántaro a la fuente que ahora es al revés.

Ahora es malo ser de izquierda o socialista, la militancia política se ha convertido en un insulto, sinónimo de delitos y aberraciones jurídicas y no falta gente perversa, al igual que los anteriores, que pretende descalificar al otro por el simple hecho de su militancia partidaria, como si eso fuera un delito en sí mismo. 

A ese extremo hemos llegado después de tantos años de abusar de las palabras y del discurso político para eliminar al enemigo. Por eso estamos como estamos y hay quienes pretenden linchar a otros a través de los famosos memes, sin importar si el mensaje es real, la verdad no interesa, solo importa agredir y difamar. 

Lo triste es comprobar que hay sujetos que, sin verificar la fuente ni los datos, reproducen los memes sin compasión alguna; por suerte (que es otro nombre de Dios) también hay seres humanos maravillosos que no dan atención a estas injurias. Bolivia vive un momento muy difícil, en el que se puede aplicar lo que señalaba Milan Kundera: “Para algunos países el monstruo se llama historia”. Bolivia necesita paz, necesitamos reconciliarnos como nación, como seres humanos capaces de convivir en armonía, necesitamos recuperar nuestra moral ciudadana al margen de los colores políticos; si hay alguien que comete un delito debe ser castigado sin que cuente su militancia política. 

Hoy es cuando algunas palabras deben cobrar mayor sentido: Negociación, para solucionar los conflictos y eso significa que se debe hacer con quien te hizo daño, esa es la única forma de llegar a la pacificación.

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