En las elecciones de 2014, la oposición logró, en su conjunto, sumando los parlamentarios de Unidad Demócrata (compuesta por Unidad Nacional- Movimiento Demócrata Social) y el Partido Demócrata Cristiano, 51 asambleístas: 40 diputados y 11 senadores. UD obtuvo 30 diputados y nueve senadores. El PDC concretó 10 diputados y dos senadores. Dentro de UD, el partido de Rubén Costas (MDS), debido a una hábil negociación, metió en la cámara de diputados 17 representantes y UN tuvo que repartir el resto (13) entre sus militantes, los invitados y los del MNR. De esa manera se quedó con sólo cinco diputados de su propio partido.
En la Cámara de Senadores, de nueve senadores que obtuvo UD, seis eran de MDS y tres de UN, pero, en este caso, repartidos entre invitados y emenerristas, UN obtuvo un solo senador titular. En el caso del PDC, de sus 10 diputados y dos senadores, la mayoría eran invitados o aliados emenerristas. De tal manera que “tutistas” sólo había uno.
Después de casi cinco años de gestión parlamentaria, ¿qué queda de la bancada de oposición?
Varios parlamentarios que entraron al Congreso por el voto opositor, ni bien se posesionaron se pasaron al bando oficialista, argumentando que habían entrado a servir a Bolivia o que eran invitados y no tenían ninguna obligación de hacer caso al partido o alianza que los llevó a ocupar un curul.
La bancada de UD terminó dividida en más de tres pedazos. Los demócratas, por un lado, manteniendo su cohesión interna gracias a la idea de construir un proyecto nacional. Por otro, UN, a pesar de tener un líder nacional, terminó casi sin ningún diputado ni senador, ya que algunos se fueron a demócratas y otros se declararon independientes. El PDC, de Tuto, sus senadores y diputados se fueron cada uno con su proyecto personal para sobrevivir sin norte ni guía. Los emenerristas, que astutamente metieron diputados y senadores por UD y PDC, terminaron sin poder reconstruir las bases de su histórico partido, porque las ambiciones personales los perdió.
“Ser parlamentario de oposición con un gobierno que tiene dos tercios en el Congreso es deprimente”, me decían varios diputados y senadores. “Los oficialistas te obstruyen tus gestiones, paralizan tus fiscalizaciones y todo el rato están buscando chantajearte”. Del 100% de los diputados de oposición, apenas 20% tiene oficinas. El resto son diputados de pasillo, porque en estos espacios es donde tienen que atender a la gente.
El Gobierno todo el tiempo, a pesar de tener dos tercios, busca chantajear y cooptar a los parlamentarios opositores con viajecitos al exterior, cargos en las directivas de las dos cámaras o espacios en las 12 comisiones, y 30 comités.
Hay parlamentarios de oposición que están cinco años en directiva a cambio de su silencio y apoyo a todo lo que proponga el régimen. La semana pasada, desde la bancada masista, se reprochaba, mediante un twit, a algún congresista de oposición diciéndole “que no tuvo ningún asco de favorecerse del MAS, con viajes por el mundo y otras benevolencias. Durante cinco años, más cercana a la bancada del MAS que a la suya y ahora ¿tiene asco?”
El mayor déficit de la bancada opositora fue la falta de cohesión política y de liderazgo nacional. Entraron y cada uno buscó su lugar en espacios, y grupos que se arman al interior: los leales, los orgánicos, los librepensantes, los invitados y los que se ponen en subasta. Los leales y orgánicos son los que salvan a los parlamentarios de oposición, ya sea en diputados o senadores.
Son los que asumen su rol a plenitud y, pesar de las dificultades y trabas que encuentran, saben moverse, y han puesto en figurillas al régimen desde la cámara. Gestionan, fiscalizan y proponen proyectos de ley con inteligencia, usando sus redes de contactos.
Muchos diputados y senadores han descollado porque usan todo su potencial. “Estos parlamentarios tienen olfato político. A falta de una inteligencia hard, tienen desarrollada su inteligencia soft, que les permite leer el contexto y detectar oportunidades allá donde sólo se puede ver problemas u obstáculos”. Esto ocurre especialmente con algunos congresistas que entraron como suplentes, pero han descollado más que sus titulares.
La pregunta que se viene: con la futura bancada opositora, ¿se salvaran estos problemas? ¿Habrá liderazgo y cohesión política que evite el desbande y que, como varios partidos que el 2014 entraron con más de 10 diputados, terminen sin casi nadie? Los invitados y librepensantes han sido siempre, no todos, un dolor de cabeza en la gestión de los parlamentarios opositores, ya que su margen de autonomía es amplio.
Por ello, es importante que las bancadas elaboren con antelación su reglamento interno de comportamiento para limitar acciones aisladas. En todo caso, en la gestión que se iniciará el año 2020 estará signada por la determinación que de que el curul, desde ahora, pertenece al partido como un mecanismo para evitar el transfugio.
Iván Arias Durán es ciudadano de la República de Bolivia