Prólogo a Paradojas del infinito, Antología boliviana de microficción que se presentará el sábado 10 de junio en el VII Encuentro Internacional de Microficción

Angélica Guzmán Reque

“He buscado el sosiego en todas partes, 
y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, 
con un libro en las manos".  
Thomas De Kempis.

Un microrrelato o minificción exige una lectura ágil y capaz de descubrir una historia que, se supone ha comenzado antes y es el lector quien debe inferir y concluir. El autor, así como el lector deben estar provistos de gran ingenio, para hacer que la idea o problemática planteada se vaya construyendo en la mente del lector, quien deberá develar la problemática o situación principal que el autor ingenia. 

El tema planteado, poco desarrollado de un microcuento, posee una historia que ha comenzado antes, por eso se habla de la transtextualidad, de los silencios que deben ser completados por un lector conocedor de la problemática iniciada, incompleta, con el empleo de la palabra silente y el conocimiento de las vivencias humanas, presentes en el sentir del amor, del egoísmo, del desamor, de la violencia, de la justicia, valores y antivalores que nos aquejan.   

El autor, producto quizá del momento en que vivimos es amante de lo breve, del análisis del sentir, que solo un escritor ingenioso, poseedor de un vocabulario irónico, directo, de humor y precisión a todas luces, podrá presentarnos este género narrativo especial y propio de nuestra época. Palabras, aquellas que despierten la somnolencia, el duermevela en que, muchas veces nos permite sentir las innumerables situaciones que nos presenta la vida.

Este ingenioso género supone un proceso de lectura de la misma forma en que es desarrollada porque la interpretación que se haga deberá ser fecunda, producto de la comprensión y de la participación activa y protagónica del lector, que se espera obtener inferencias o deducciones de sus propias experiencias porque se van leyendo expectativas que exigen completarse. Una lectura que permita la actualización ilimitada de premisas y diálogos que nos plantea, precisamente la lectura entre líneas o de letra chica, a la que debemos habituar a un eximio lector en permanente diálogo con su entorno.

Por todo lo expuesto podemos darnos cuenta de la importancia de este género y de la gran difusión que se tiene entre los autores bolivianos, hombres y mujeres que nos trasmiten su ingenio y preocupación por nuestras vivencias. Y mucho más agradecer a Homero Carvalho por su incansable labor de promotor de obras y un excelente microficcionista, reconocido a nivel local, nacional e internacional y desinteresado promotor de autores de nuestro entorno, en darles la valoración y visibilidad a escritores ya consagrados y a mentes nóveles que se perfilan como dignos seguidores de sus mayores. Felicitaciones a Homero y a cada uno de nuestros grandes e ingeniosos escritores.

Dice Lauro Zavala, escritor y analítico mejicano sobre el cuento; “La minificción es la clave del futuro de la lectura, pues en cada minitexto se están creando, tal vez, las estrategias de lectura que nos esperan a la vuelta del milenio”.

Los escritoras y escritoras incluidos son:

Sisinia Anze, Mariela Ardaya, María Claudia Ardaya, Alejandra Barbery, Jorge Barriga, Adolfo Cáceres Romero, Adolfo Cárdenas, Kori Bolivia Carrasco, Homero Carvalho, Marcela Romina Elio, Gustavo Espada Vargas, Vanessa Giacoman, Patricia Gutiérrez Paz, Estéfani Huiza Fernández, Ramiro Jordán, Jesús Lazcano D’ León, Gonzalo Llanos, Monserrat Montaño, Víctor Montoya, Erikilan Ortiz, José Luis Pérez Coro, Ronnie Piérola Gómez, Oswaldo Ramos Astibena, Teresa Constanza Rodríguez Roca, Marcia Alicia Romero Orosco, Silvia Rózsa, Miguel Sequeiros, Eliana Soza, Isabel Suárez, Gigia Talarico, David Trigo, Waldo Xavier Varas y Sandra Concepción Velasco