Estos tiempos oscuros que corren no dejan mucho espacio para el optimismo. Nos ha ganado la modorra. Vivimos inmersos un una inmensa cloaca maloliente e infecta, y parece no importarnos estar con la caca al cuello. Todo está bien mientras no aparezca algún bellaco que haga olas y amenace con llenarnos la boca de mierda. Esto sucede cuando se ventila algún caso de corrupción especialmente mediático, como el caso de las mochilas chinas.
Vivimos en un momento de imposturas, mentiras y cinismos desmedidos. Corruptos juzgando a corruptos, ladrones acusando a ladrones. Ya ni los códigos de honor del hampa se respetan. Estamos en esa lógica perversa de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, por más maleante y corrupto que sea. La podredumbre del municipio cochabambino es por demás elocuente, lo peor es que hay gente que defiende esa delincuencial gestión, solo porque es opositora al MAS (otra tropa de delincuentes)
Esto es de antología: Un viejito senil en Santa Cruz, para más datos, alcalde de esa populosa y hermosa ciudad, tiene el atrevimiento de dar lecciones de “moral”, o de como robar sin que te pillen, cuando son innumerables las denuncias de corrupción en ese municipio. Pero las investigaciones no avanzan, y es que el viejito en cuestión, es amigo de los hampones mayores, aquellos que manejan la justicia en el país. Así están las cosas, la política se ha convertido en simple pillería
Estas son algunas de las consecuencias del “proceso de cambio”. El MAS ya no tiene línea política, lo que tiene es un “modus operandi”, y este accionar mafioso se ha contagiado a todas las instituciones del país. No es que antes hayan sido mejores, pero por lo menos existía un poco de pudor. La ostentación de riqueza mal habida, que vemos hoy en día, no tiene precedentes. Si desde el estado se hace gala de lujos suntuosos, dignos de un emirato árabe, en un país miserable como el nuestro, que podemos esperar del resto
Es tiempo de agitar las aguas, salir de nuestra zona de confort, llamar las cosas por su nombre. Este océano de mierda en el que vivimos sumergidos amenaza con ahogarnos. Es una cuestión de supervivencia, no podemos seguir impasibles mientras el país se va al carajo. Callarse no es una opción. Evo Morales es un corrupto, por acción u omisión, y algún día tendrá que pagar