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El fuego, la gallina de los huevos de oro y los gallos

En medio de la crisis que vive Bolivia por los incendios de las tierras que corresponden a la Amazonía sudamericana, Óscar Ciro Pereyra, máximo dirigente ganadero boliviano, le dijo al presidente Evo Morales que no se podía “matar a la gallina de los huevos de oro”, rechazando así la posible derogación de una reciente norma que aceptaba ampliar el número de hectáreas de selva que pueden ser quemadas para habilitarlas para su explotación. Es sin duda, el elemento clave del problema.

Quien ha recorrido Europa, por ejemplo, sabe que gran parte de su territorio densamente poblado está intensamente explotado por la agropecuaria. En el pasado, este territorio eran bosques y se dice que una ardilla podría ir de un extremo a otro saltando de árbol en árbol. Hoy eso no existe, salvo algunas islas, y en su lugar hay plantaciones intensivas y granjas ganaderas. Son países ricos. Además, son países contaminantes, aunque en Europa en las últimas décadas se ha trabajado bastante en la reducción de estos índices.

En Bolivia, según datos oficiales, la superficie agrícola alcanza los 3.5 millones de hectáreas (2015), es decir, un millón más que hace diez años. Hoy la agricultura nacional ocupa tierras por el equivalente al 3,5% del territorio nacional y la superficie quemada en las últimas semanas es el 1%. Es mucho lo que se ha quemado porque Bolivia es muy grande, grande y despoblada con sus poco más de 11,3 millones de habitantes. Es muy reducida la cantidad de tierras que se destina a la agricultura y, pese al crecimiento sostenido de los últimos años, Bolivia es un país pobre.

Los países desarrollados, que son quienes realizan explotaciones intensivas de la tierra y sus recursos, no terminan de ponerse de acuerdo en reducir las emisiones contaminantes mientras miran las selvas de la Amazonía como lugares que hay que preservar. O sea, nosotros, ricos, contaminamos y que sean los pobres los que cuiden el medio ambiente. ¿No sería adecuado que sean los países ricos los que paguen por los cuidados del Amazonas? Alguna compensación debiera tener un país como Bolivia.

En los hechos, Bolivia, empobrecida, utiliza muy poco sus recursos y seguramente a eso se refiere el dirigente ganadero, tan franco y práctico y tan poco cauto con la coyuntura y los medios. Evidentemente, cualquier quema (como única manera barata y accesible para habilitar la tierra para su explotación) debe ser controlada, como también se deben pagar impuestos (no sólo es pedir) y las ganancias distribuir (no sólo es enriquecerse).

Hace pocas semanas también ardieron 16.000 hectáreas, el 8% de una isla canaria. En su momento se dijo tenía un “fuego incontrolable” y allí acudieron 700 bomberos profesionales con aviones helicópteros y lo que hizo falta. Siendo isla, el mar ayudó. La comparación es interesante con un territorio inmenso de Bolivia, sin agua cerca, sin casi profesionales, sólo gente voluntaria y sin previsión ni preparación alguna, siendo un país económicamente pequeño donde el fuego sí que es incontrolable.

Allí está, ardiendo aún, la gallina de los huevos de oro y mientras tanto los gallos se la pasan, desde todos los bandos más visibles, haciendo todo lo posible para sacar algún rédito político en este período de campaña electoral plagado de promesas, acusaciones, declaraciones y muchas fotografías.

Gallos porque sólo se ve a hombres abriéndose paso a codazos para figurar y ver qué rédito sacan. Desde los empresarios agropecuarios, pasando por los dirigentes cocaleros y excolonizadores, los indígenas… hasta los pirómanos son hombres y también los héroes: los bomberos y voluntarios (hay muchas mujeres que como cosa extraña las sacan en los medios) y quienes “ayudan” desde fuera del país, presidentes, artistas, futbolistas, diseñadores de moda a los que la buena prensa con un tema sensible siempre les va bien.

Es necesario una política de Estado respecto a este tema, valorarlo en su medida y actuar, y no permitir que la campaña electoral y los intereses primen. Además de que participen y decidan las mujeres, que en materia de “cuidar” tienen obviamente más experiencia.

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