Maurizio Bagatin
Ahora se han encontrado en una calle de Buenos Aires, y como niños están recorriendo y pateando una lata aplastada, una botella vacía, una pelota hecha de trapos viejos. Saco del estuche Libertango, Astor Piazzolla acompaña esta charla imparcial, todo el pathos de un imposible amor, de la imposibilidad de una correspondencia. Futbol y literatura se encuentran donde se trazan esquemas y donde afloran teorías, una hipérbole que engendra una nueva táctica, una rima que conjuga el triangulo perfecto. La mejor defensa será el ataque, la prosa el deleite de la novela. Botines con cachos y camisetas sudadas como la biblioteca de Babel.
El Flaco es el filósofo que enseña ética adentro de cuatro líneas blancas y el Poeta ciego es Tiresias que sigue reflexionando sobre la esfinge, de cuando Sófocles lo puso ahí. Olvidaron Videla y aquellos días trágicos e inseparables. El invierno de la Pampa argentina soplaba como las ejecuciones en los garajes de la muerte; deleitándose del ballet de Kempes o hablando de la inmortalidad transcurrieron horas de atónito silencio y de enclaustrada felicidad.
Futbol sin trampas es el Aleph del Flaco, desde ahí podemos apreciar la poesía del juego que en la Argentina vale más de todas las demás cosas. La metis de Ulises fue de ingenio para el campeón futbolista, mientras Ulises navega en la memoria de Funes como en los espejos que tanto sembraban el horror. Los dos caminaron la orilla. El Flaco y el Poeta ciego tuvieron una enciclopedia, para uno fue la Británica y para el otro la cancha de futbol. En algún lugar se encontraron. El Flaco nunca amó el panem et circenses sino la estética del hombre en acción, el Poeta ciego consideraba toda obra humana bella en su ejecución. Encuentro feliz que en un día del 1980 se materializó en una “solicitada”, que demandaba al gobierno conocer la lista de desaparecidos y sus paraderos, y fue nombrada “de Borges a Menotti”, dos grandes que surcaban mundos tan alejados, pero tan significativamente vecinos.
Ambos hoy más cerca del Martin Fierro, hoy más cerca de la belleza del futbol, de la estética de la palabra.