Se entiende que una política pública, aprobada y promulgada en noviembre de 2020, como la Ley 1347 del Bicentenario de Bolivia y el Decreto Supremo 4457 de enero de 2021, requiere además de la planificación, una ejecución. Tristemente, no es el caso. Por ejemplo, la Ley 1347 obliga a que el Consejo Nacional del Bicentenario -que está conformado por representantes de las 9 Gobernaciones del país, 1 del Gobierno Municipal de Sucre, 1 de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, 1 por el Órgano Judicial y todo a la cabeza de un Delegado Presidencial, designado por el Presidente del Estado- presente en el primer año de gestión su Plan Estratégico, pero el Plan fue presentado en septiembre de 2022 (aunque el documento no estaba disponible digital hasta semanas después) y el Delegado Presidencial había sido posesionado recién en septiembre de 2021, lo que podría dar alguna salvedad porque el Art. 4 dice que el Plan debe ser presentado en el primer año después de posesionado el Consejo.
Esto ya dice algo: el Consejo del Bicentenario tiene un retraso considerable, tomando en cuenta que faltan menos de 2 años para 2025. Si el Plan del Bicentenario se presentó en 2022, eso significaba que empezaría a funcionar en 2023. De hecho, se ha presentado hace meses algunos el Sello del Bicentenario y hace unos días, la Delegación Presidencial para el Bicentenario de Bolivia habría empezado a trabajar en la socialización de la Convocatoria para recibir propuestas de investigación del Libro “Historia Crítica y Social de Bolivia”, que es una propuesta que figura en el Plan del Bicentenario o, más importante, el Lanzamiento del Concurso para “Artistas emergentes de Bolivia y Letras e imágenes del Nuevo Tiempo”. Pero el problema es que el Plan del Bicentenario es demasiado ambicioso, que ejecutar lo que dice el mismo Plan en un lapso de 2 años es prácticamente irreal. Los 4 ejes del plan (infraestructura, salud y educación, asuntos económicos y asuntos sociales) van desde la construcción de las Plazas del Bicentenario de Bolivia, parques tecnológicos, una película sobre el Bicentenario, obras teatrales referidas al tema, himno y canción, proyectos museísticos, “escuelas abiertas”, debates en universidades públicas sobre el Bicentenario de Bolivia, publicaciones sobre el Bicentenario, pero también planes que no son exclusivos de la Delegación Presidencial para el Bicentenario, sino programas que ya funcionan hace un tiempo, como el intento de potenciar el Sistema Único de Salud o, por ejemplo, el valorable programa “Bolivia libre de indocumentados” que, si bien mencionado en el Plan, es un programa del SEGIP que data de 2021. O sea, antes de la presentación del mismo Plan.
Tanto el Plan como algunos voceros del Consejo Nacional del Bicentenario tratan de remediar este retraso argumentando que se trataría de planes a largo plazo y no tanto de llegar al 6 de agosto de 2025 con el Plan completamente ejecutado. Pero lo curioso es que, de acuerdo al Decreto Supremo 4457, el Consejo del Bicentenario contaría apenas con aprox. 1 millón de Bs, en base a que el Consejo recibe 15% del Fondo de Fomento a la Educación Cívico Patriótica que es, al mismo tiempo, el 0.2% de los recursos de IDH de todas las Gobernaciones, alcaldías, universidades, fondo para pueblos y naciones indígenas, y Tesoro General de la Nación. Cualquier gestor público o boliviano interesado en asuntos públicos sabe que es poco dinero. Por otro lado, si la Ley del Bicentenario dice que el Consejo Nacional del Bicentenario está obligado, entre otros, a buscar financiamiento internacional o elaborar una Agenda Internacional, el Plan del Bicentenario justamente no tiene delimitada una Agenda Internacional y la Estrategia Comunicacional brilla por su ausencia, a pesar de que está mencionada en el mismo Plan, cuando habla del enfoque político del Plan del Bicentenario.
Se sabe, el Consejo Nacional del Bicentenario está por su 5ta sesión ordinaria, y los Delegados de las instituciones que conforman el Consejo, no dan rastros de más planes o planes institucionales. Pero no hay rastros de cumplir con la parte más importante de la Ley del Bicentenario, es decir, promover el desarrollo económico e industrial, facilitar emprendimientos e innovaciones tecnológicas. Mejor dicho, el Consejo Nacional del Bicentenario estaría enfocado en obras de impacto, en el arte y cultura y posiblemente en los festejos del 2025. No está mal, son algunos de los objetivos específicos mencionados en el Plan del Bicentenario, pero el Consejo Nacional del Bicentenario tiene pocas probabilidades de cumplir todo lo que menciona la misma Ley del Bicentenario.