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Cuento de Isabel Mesa

EL VIAJE

El día no era de los mejores. Un cielo oscuro y cargado amenazaba lluvia. Las gotas, indecisas, se prendían de los bordes de las nubes con fuerza, dibujando gruesos trazos, como si no quisieran lanzarse al vacío. El mar turbulento y alborotado, enviaba estrepitosas olas contra el acantilado. Y los barcos, cientos de ellos, surcaban las aguas como frágiles cometas que han perdido su curso. Llegaban a la orilla con dificultad, recogían pasajeros y retornaban deprisa perdiéndose en el horizonte.
Me había quedado rezagado mirando aquel peculiar paisaje, hasta que una voz me regresó al momento.
– ¿Tomarás un barco?

– Supongo que sí. Veo que todos suben a uno.

– No todos. Si no estás en la lista no podrás abordar.

– ¿Y usted cómo lo sabe?

– Hace tiempo que intento subir a uno… pero nada. Creo que hoy tampoco tendré suerte.

Sentada sobre el acantilado estaba aquella mujer envuelta en su abrigo negro y con una chalina de lana gris alrededor del cuello. Apoyaba su brazo izquierdo sobre una pequeña valija de cuero beige con remaches metálicos. Hablaba sin mirarme. Tenía la vista clavada en el horizonte. Me acerqué, descargué mis dos bultos y me quedé mirándola.
– ¿Qué llevas ahí? –preguntó con curiosidad.

– Te diré que los barcos no transportan mucho peso –manifestó.

– Usted sabe… lo imprescindible para un viaje… lo más querido…

– ¿Por qué lo dice?

– Lo veo todos los días –respondió.

Entonces me contó que una vez que los pasajeros suben y se acomodan, y así que el barco inicia su marcha, ellos, los hombres que trabajan en la compañía, lanzan al agua todos los bultos que están en la bodega. Te aseguro que el fondo de este mar está cubierto de un gran tesoro de “cosas imprescindibles” y “muy queridas”, susurró. Me dejó pensativo.
– Y ¿por qué tiene usted esa maleta?

– ¡Lo que es la experiencia, muchacho! –dijo riendo–. Este tiempo de espera no ha sido en vano; yo observo y aprendo. ¿Quieres ver lo que traigo en la maleta?

Abrió la pequeña valija y estaba llena de objetos: un cepillo de dientes, un libro a medio leer, una botella de vino tinto, una caja de chocolates, un violín… Al ver mi cara de sorpresa, la mujer me pidió que me aproximara. Puse lentamente mi mano sobre cada una de aquellas cosas, pero éstas no existían físicamente. Eran dibujos, trazos perfectos con el volumen, el color y la textura de los objetos reales. En realidad, la maleta estaba vacía.
– Soy la única que sé cómo engañarlos. ¡Levántala! ¡Si no pesa nada! –afirmó soltando una carcajada–. Y fíjate, en este bolsillo están las frases esenciales escritas en trozos de papel de seda… livianas como el aire.

Tomé uno de aquellos pedazos de papel de seda y lo leí en silencio: Tu vida es tu lienzo, pinta en ella tus sueños.
– Veo que también lleva lo imprescindible y lo más querido –repuse en tono de burla.

– No lo creas… No todo lo imprescindible es indispensable, y no todo lo más querido es siempre lo que más amamos. No tienes idea de la cantidad de veces que he borrado objetos y los he sustituido por otros. Esa es la magia del pincel y del tiempo que te da la vida. En cambio, para deshacernos de las cosas físicas debemos tirarlas, no queda otra. Tal como lo hacen los hombres del barco.

– ¿No tiene familia? –pregunté al ver el dibujo de un marco de fotos vacío.

No respondió. Cerró la maleta y clavó nuevamente la mirada en el infinito. En ese momento mi nombre resonó como un eco. Me despedí de aquella extraña mujer y bajé hasta la orilla para tomar el barco.

– ¿No trae equipaje? – me preguntó el encargado mientras verificaba su lista.

– No, no traigo nada. Aquella mujer me convenció de dejarlo.

– Sabia mujer… –respondió sin levantar la vista del papel–. ¡Años sin poder abordar un barco!

– Y eso… ¿por qué?

– No está en sus manos hacer el viaje mientras sus hijos insistan tenerla prisionera en ese estado vegetal.

Biografía

Isabel Mesa Gisbert nació en La Paz en 1960. Es Licenciada en Ciencias de la Educación de la Universidad San Francisco de Asís de La Paz. Tiene cursos de especialización en educación en la Universidad de Arkansas y una maestría sobre Libros y Literatura Infantil con la Universidad de Barcelona y el Banco del Libro de Venezuela. Es maestra del ciclo primario desde hace muchos años y trabajó como autora de módulos de aprendizaje en la Reforma Educativa Boliviana. Ha sido consultora del Departamento de Literatura Infanto-Juvenil de Editorial Santillana (Bolivia), de Editorial Gente Común y editora de varios textos para primaria. Ha escrito varios artículos y realizado varias investigaciones sobre Literatura Infantil, lo que la ha llevado a varios congresos dentro y fuera de Bolivia. Es fundadora, fue presidenta de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil (2006-2010) y miembro activo de la misma. Ha creado la primera página web sobre literatura infantil boliviana (2009) y dirige el primer boletín virtual, “Vuelan vuelan”, sobre literatura infantil que hay en el país.

Como escritora de literatura infantil-juvenil tiene ocho novelas, dos libros de cuentos, un libro de mitos indígenas y dos antologías: “La pluma de Miguel: una aventura en los Andes” (1998), “El espejo de los sueños” (1999), “La portada mágica” (2001), “La Turquesa y el Sol” (2003), “La flauta de plata” (2005), “Trapizonda: un video juego para leer” (2006), “El revés del cuento” (2008), “La esfera de cristal” (2010), “El tren de la noche” (2012, junto a la ilustradora Guiomar Mesa) “Fábula Verde” (2014) y “El cuento que nunca se contó” (2016).

Como estudiosa de la literatura infantil-juvenil ha publicado: “Los Recomendados: una década de literatura infantil y juvenil boliviana 2000-2010” (junto a Liliana De la Quintana y Verónica Linares en el 2012), “Pioneros de la literatura infantil y juvenil” (2013), “Antología de la Literatura Infantil y Juvenil de Bolivia” (2015) e “Historia de la Literatura Infantil y Juvenil de Bolivia” (2019).

Con “La pluma de Miguel” ha obtenido el premio ENKA de Literatura Infantil de Colombia (1998). Una mención especial obtuvo el guión de la película basado en la obra “La portada Mágica” en el VII Festival Iberoamericano de Cine (2004). Esta misma obra fue realizada como serie radial por el escritor cubano Luis Cabrera Delgado y emitida a través de una radioemisora cubana (2009). Es la única escritora boliviana que tiene dos obras nominadas por el Banco del Libro de Venezuela para estar entre los mejores libros de Literatura Infantil y Juvenil a nivel latinoamericano. Estas obras son “Trapizonda: un video juego para leer” (abril, 2007) y “El revés del cuento” (abril, 2010). Su novela “Trapizonda”, además, ha sido incluida en la Lista de Honor de Ibby 2008. Con “El tren de la noche” obtuvo la mención de honor, junto a la ilustradora Guiomar Mesa, en el Concurso Nacional para Libro Álbum convocado por Espacio Simón I. Patiño (2011). “Fábula Verde” obtuvo la primera mención en el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil, Lima (2012).

Página web: Isabel-mesa.com

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