Blog Post

News > Etcétera > Condenada

Condenada

Guillermo Almada

Ya estaba despierto cuando sonó la alarma del despertador. Tal vez no haya dormido en toda la noche. Dejé de fumar hace nueve años, pero de buena gana hubiera encendido un cigarrillo esta madrugada. Para mitigar la angustia, o para acompañarla.

Entré a la ducha y me dejé estar, como si junto al agua pudiera arrojar todo este pesar por la cloaca. Me serví un café bien caliente y me vestí despacio.

Conocí a esa mujer en la charla previa. La vi vencida, demacrada, entregada. Estaba sola, no había marido ni padres, ni hermanos. Sola de soledad absoluta. La miraba y pensaba en su hija y en las decisiones tan erradas que había tomado como madre. Me tenté en preguntarle muchas cosas, pero ninguna enfocada en mi función. Supuse que de eso ya se habrían encargado los otros médicos, así que solo hice silencio, y limité nuestra charla a mi objetivo puntual.

En una sociedad como la nuestra, de consumo, opulenta para pocos, cuyo dios es el mercado, donde la imagen reemplazó al concepto, estas irresponsabilidades se volvieron de uso corriente. Es que se dejó de leer para mirar, aun cuando rara vez se sabe ver. Se vive a tiempo de Tiktok y todo debe resolverse en treinta segundos. Y esta mujer, joven y mal asesorada, es de esas personas que repiten enunciados que nunca entendieron porque pretenden ser leídos sin leer, ser sabios sin saber, y tener experiencia sin vivir. Confían en lugar de investigar, son la muestra del ensoberbecimiento de la ignorancia y enuncian con facilidad teorías conspirativas. Practican el glamour de la crueldad sin importancia del otro.

Me di cuenta de cómo era con la única frase que dijo en toda la charla. Interrumpiéndome, y sin prestar a tención a lo que le explicaba, de espetó “terminemos con esto, doctor, yo ya no puedo más”

Tal vez ella pensó que yo tengo la obligación de poder. A lo mejor creyó que como no soy familiar no tengo sentimientos. Podría haber aprovechado y darle algunas explicaciones acerca de los sentimientos y las maneras de demostrarlos, pero decidí respetarla y dar por terminada la conversación.

El café ya estaba a la temperatura que me gusta, así que lo terminé, lavé la tasa y salí. Parecía que hubieran trascurrido dos o tres horas y solo fueron veinte minutos. Pedí un taxi, para no tensionarme, para sentarme y dejarme llevar. Sabía que no me iba a resultar fácil. Confié en que mi equipo ya estaría preparado, cosa de concluir esto lo más rápido posible.

Ya tuve esta discusión con todos ellos. Los conozco de hace tiempo y me imaginé las controversias, pero se trata de alguien que no va a poder correr, ni ir al colegio, difícilmente pueda caminar, ya no escucha, y no sabemos cuánto tiempo más va a poder ver. Ya tiene que alimentarse por sonda, les expliqué. Se trata de una meningitis grave. Muy grave. No los podía obligar si no querían, pero decidieron acompañarme y respaldarme.

Entré casi sin saludar, no estaba en mi ánimo la simpatía y la cortesía de todos los días, y aunque no le doy interés a lo que los demás puedan pensar de mí, contaba con que en esta ocasión me entendieran.

Cuando llegué a la sala, que se encuentra en el tercer piso, ya estaban los instrumentos preparados. Es la suerte de trabajar con buenos profesionales, que no se dejan influir por las emociones, aunque en casos como este adquieran una preponderancia inusual. Les pedí que fuéramos, en la sala, la menor cantidad de personal posible, y que el resto esperara afuera.

Se acercó una de las enfermeras para decirme que ya estaba la paciente. La nena venía a upa de su mamá. Entraron a la sala y las miré. A la nena y a la mamá. La mamá anti-vacunas, que me alcanza la ficha con todos los datos. Leo. La mamá decidió no vacunarla más a partir de los dos meces de vida. Eso consta en la ficha. Consta la solicitud de la madre. Consta la autorización judicial. Se la pido, para ponerla en la camilla y me dice que no, que prefiere tenerla ella hasta que la nena se duerma. Haemophilus Influenzae tipo b, consta. Una bacteria para la cual existe una vacuna, en nuestro país desde 1991. Consta. Incluida en el cronograma de vacunación desde 1997. Consta. De inoculación gratuita. Consta.

Hoy me tocó dormir a una nena de un año y siete meses, porque su madre le quitó la posibilidad de ser sana. La justicia lo autorizó. La única condenada es la nena. –

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights