La historia juzgará implacable a los responsables intelectuales de lo que sucede en Bolivia y de lo que todavía puede suceder.
Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera convocaron un referéndum constitucional para preguntar a la ciudadanía si quería cambiar la Constitución de 2009 para ampliar su mandato.
Los bolivianos les dijeron No, probablemente en un 58% como calculan estadísticos que ya en 2016 sospechaban de los mecanismos amañados en el sistema de conteo.
Ante la derrota, la posición oficial fue culpar a los medios de comunicación y propagandizar la idea de un “cártel de la mentira”, encargando a un corresponsal de Irán, Andrés Salari, realizar un documental para difamar a periodistas de Bolivia.
Salari, junto a Julio Peñaloza Bretel, era responsables de una “función política mediática” en el canal financiado por Irán y regalado a la fundación de Evo Morales.
Les pagó Juan Ramón Quintana con dinero público. (Peñaloza estaría actualmente en el equipo encargado de la guerra sucia contra Comunidad Ciudadana.) Los militantes masistas aceptaron esa idea y se evitó una discusión interna de las razones del fracaso. Más bien una reunión nacional anunció tener 14 planes diferentes para habilitar al binomio Morales-García Linera. No necesitaron buscar mucho. El Tribunal Constitucional Plurinacional les dio el visto bueno.
Ese fallo de 2017 fue firmado por: Macario Cortez Chávez, Osvaldo Valencia, Zenón Bacarreza, Mirtha Camacho, Virginia Andrade y Rudy Flores; Efren Choque no firmó. Varios recibieron regalos posteriormente en forma de cargos públicos.
El siguiente paso fue dado por el Tribunal Electoral Plurinacional presidido por Katia Uriona, quien renunció sin denunciar qué presiones recibía. Prefirió salvarse del futuro juicio de responsabilidades por no hacer cumplir el resultado del 21-F.
También se salió José Luis Exeni, a quien ya cité hace años como el primer responsable de la desinstitucionalidad del otrora creíble árbitro electoral pues fue el primero en botar a personal capacitado y por su profunda vinculación con el MAS.
Antes, después y actualmente como parte del esquema de intelectuales alrededor de la vicepresidencia y de la fundación alemana FES, permanente defensora del gobierno de Morales.
Antonio Costas ha intentado en muchos episodios figurar como el técnico independiente pero sus actuaciones y sus propias palabras demuestran que es parte del esquema. Quizá el más peligroso por su responsabilidad en el sistema informático donde residen parte de los vicios que han rodeado las elecciones primarias y del 20 de octubre.
María Eugenia Choque quiere escudarse por ser mestiza, mujer, madre… argumentos que no justifican su incompetencia. Fueron justamente las equivocaciones del árbitro (deliberadas y por temor) las que llevaron en julio de 1969 a la guerra entre El Salvador y Honduras, 100 días, 6.000 muertos, casi todos civiles.
Los discursos incendiarios, las amenazas contra los jugadores, los ataques de paramilitares a los hinchas prendieron el fuego en un ambiente ya caldeado por razones históricas, económicas y sociales.
Aquí, cualquier salida, pasa primero por la renuncia de todos los miembros de los tribunales nacional, departamentales y por quienes desde los consulados en todo el mundo intentaron burlar las inscripciones, los recintos y la votación boliviana del 20 de octubre.
Es ya tarde para una auditoría, una segunda vuelta. Nuevos árbitros, nuevas elecciones.