Me llamó la atención la portada de un periódico nacional que, prácticamente a página completa, tituló “Arce pide afianzar el Estado y que sea referente mundial”, como el summum del mensaje del primer mandatario boliviano, en el acto de recordación de 14 años del Estado Plurinacional, que duró poco más de media hora, no habiendo escatimado palabras para hablar de los logros y las luchas sociales en retrospectiva, desde la Colonia, “para saber de dónde venimos y a dónde vamos”, según dijo (“La Razón”, 23.01.2023).
El acto sucedió a otro evento de “agradecimiento a la Pachamama” (madre tierra) por lo hecho a lo largo de los 14 años del Estado Plurinacional, no dejando de llamar la atención la ausencia del principal protagonista de esta historia, Evo Morales Ayma, reflejando las diferencias que se van profundizando al interior del Movimiento Al Socialismo (MAS-IPSP), partido en función de gobierno.
Volviendo al titular de la noticia, me puse a reflexionar sobre el significado de sus principales vocablos, recordando que para que haya un “Estado”, deben coexistir tres elementos -territorio, población y gobierno- y para llegar a ser un “referente”, se debe dar el ejemplo -como modelo a seguir- algo que entraña una gran dificultad a la hora de compararse con otros que sí lo están haciendo bien, como los dragones del Pacífico, los tigres asiáticos, los leones africanos, entre otros.
Así que, a fin de formar mi propia opinión sobre lo dicho por el señor presidente, procedí a leer in extenso el discurso pronunciado, ya que no lo pude hacer por la televisión, por razones de salud; al concluirlo, recordé aquello del “agradecimiento a la madre tierra” realizado por el presidente y el vicepresidente y, entonces, me preocupé. ¿Cuál la razón de mi desasosiego? A continuación, algunas observaciones, con el más amplio espíritu de aportar en algo al interés de fortalecer al Estado y llegar a ser un referente mundial…
Creyente como soy, mi primera preocupación tiene que ver con el hecho que en ningún momento se consideró ni mencionó a Dios en el discurso, y, ya se sabe las implicaciones -no solo espirituales, sino también prácticas- que ello conlleva.
Cuando no se tiene en cuenta al Supremo Creador como artífice de todo, se hace más difícil la tarea porque, la carga de construir cualquier cosa -mucho más un país digno y soberano- se la debe llevar enteramente sobre la espalda, ya que Dios no comparte con nadie su gloria. Para el caso, el culto a la Pachamama (algo creado) choca con el único culto que debería haber, al Creador (Dios).
Me llamó la atención, además, que más allá del “pachamamismo” que se quiere imponer, desde el punto de vista político se pasa por alto que más del 80% de la población boliviana declara abiertamente su fe en Jesucristo, un tema no menor.
En segundo término, me preocupó que, del extenso discurso, gran parte estuvo dedicado a saludar a muchísima gente, a saber: Jilata David Choquehuanca (jilata, en aymara quiere decir hermano); hermano Andrónico Rodríguez (o sea, jilata en aymara); hermanos ministros y hermanas ministras; miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía; embajadores; cuerpo diplomático; representantes de organismos internacionales; vocero presidencial; secretarios y secretarias (COB, Csutcb, Bartolinas, Interculturales); “jiliri apu mallku” del Conamaq; presidente de la Confederación de los Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonia de Bolivia; representantes nacionales, departamentales y regionales de organizaciones sociales, mineras, obreras y trabajadoras; hermanos afrobolivianos; hermanas, hermanos bolivianos en el país y en el exterior; habitantes de los llanos, valles, la Amazonia, el Chaco y el Altiplano; hasta el Ensamble Moxos, del Instituto de Formación Artística de San Ignacio de Moxos, Beni, fue saludado, pero se pasó por alto a un importante conglomerado de la sociedad: el empresariado privado boliviano, que también hace parte del Estado.
No me voy a referir a la gran cantidad de indicadores socioeconómicos de los que hizo gala el señor presidente -que los doy por válidos, al ser oficiales- ni me referiré a las críticas que hay respecto a temas no abordados, pero sí diré algo que me nace desde lo más profundo y que tiene que ver con el hecho que, gran parte de los éxitos que encandilan a los organismos internacionales, tienen que ver con las dos preocupaciones ya señaladas: por un lado, el desaire al empresario (micro, pequeño, mediano, grande) y, por otro, el no tener en cuenta a Dios, quien permite estos éxitos ya que, sin cuya voluntad, no se hubieran podido realizar, porque absolutamente nada escapa a su voluntad que, se la ignore o no se la entienda, es buena, agradable y perfecta.
Un Estado fuerte implica tener una economía sostenible y solvente; para ello, la inclusión social que se pregona debe alcanzar al empresariado, para forjar con él una “Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana”, y así cumplir el sueño de ser un referente mundial. ¡Dios quiera que sea así!