Si alguien ha redefinido la palabra cinismo y sus diferentes significados, es el gobierno del MAS y su presidente. Digo su presidente, porque yo hace mucho tiempo no me siento representado por el impostor que funge de presidente del Estado. Y como yo, estoy seguro que existen miles, sino millones, de bolivianos que sienten lo mismo. La legitimidad y la confianza es algo que se gana día a día, no es algo que se da de una vez y para siempre, y este engendro, parido por nuestra democracia, hace tiempo que la perdió.
Los sinvergüenzas han llegado a límites intolerables, aunque algunos dirán que siempre se puede aguantar un poco más. Estos malhechores que nos gobiernan, están poniendo a prueba el legendario aguante del pueblo boliviano. ¡Pero cuidado! La cuerda ya está demasiado tensa, y no hay día en que los delincuentes azules no pretendan estirarla un poco más. La miseria moral y la angurria de poder han hecho carne en estos individuos, tienen un cuero de Anta, y tragar sapos o comer mierda les da lo mismo.
La lista de escándalos de corrupción, negligencia e ineptitud, es larga y sigue creciendo. Pero a estos desvergonzados, ávidos de poder y de riqueza, no se les mueve un pelo. Los felones no tienen ningún pudor en declarar ante los medios de comunicación y ante la asamblea de borregos, una sarta de mentiras y medias verdades, insultando la inteligencia de los bolivianos, que miramos atónitos hasta qué punto llega la degradación moral de Evo Morales y sus secuaces.
El escándalo Quiborax será emblemático en un futuro no muy lejano, porque desnudara de cuerpo entero, cual ha sido la tónica de la administración Morales. No solo asaltaron las arcas del estado, despilfarrando y farreándose ingentes cantidades de dinero, que como nunca antes ingresaron al tesoro, sino que cometieron traición a la patria. Pactaron con el “enemigo”, interno y externo, para robarle al pueblo boliviano; así nomás es la cosa.
La tan cacareada “demanda marítima” está demostrando ser pura demagogia. Aquí no se defienden los intereses de “La Patria”, se defienden los intereses del caudillo, y pare de contar. Por otro lado, yo no sé de qué patria hablan cuando se llenan la boca con la palabreja. La patria de los altares, los desfiles y el discurso oficial, o, la patria del humilde e indefenso ciudadano de a pie, que no se siente representado por esta caterva de delincuentes, que todos los días debe batallar por llevar un pan a su casa y que es la inmensa mayoría del país.