Pues estaban Arce, dicen que inteligente pero creo que solo cabezón, y la Montaño, Gabrielita, de quien las malas voces hablan tanto en el mal sentido -bueno para alguno- que ya ni escucho. Podríamos vender textos a lo loco si diéramos rienda suelta al chisme plurinacional. El primo hermano de Evo Morales, Donald Trump, tal vez lo supera, cierto, aunque los platos suyos carecen de picante y la carne tiene color de pollo.
Estos dos seres, los enviados de Evo, afirmaría que extraterrestres pero aún no se ha comprobado el gusto de los marcianos por el oro, aparecieron en la OEA con criterios inverosímiles. Resabios de El señor presidente de Asturias, pero también de la jocosa, aunque trágica, novela brasilera de hace mucho, El Bienamado. Morales no puede elegirse otra vez, está prohibido, pero… Resulta que hoy, en la Bolivia del faro del fin del mundo, todo es posible y a todo se le halla justificación. ¿Cuál ésta en el caso concreto de los representantes tratando de convencer a Almagro y los países de que Evo, bienamado señor presidente, tiene derecho a una y otras reelecciones? Que es un derecho humano… (Aquí tiene que haber un espacio para el asombro, y porque boquiabiertos vemos que necesitamos cepillar los dientes en este sucio planeta).
Derecho humano. El indiecito que apenas cortó sus abarcas de llantas usadas y cuya estría no es muy profunda y son más bien modestas, piensa que si no se lo permiten estarán realizando un acto racista porque es aymara, y, pobrecito él, solo en el mundo, castigado por la eternidad, con bolsita de chuño y hojitas sagradas para matar el hambre, sufrirá, llorará, borracho estaba pero me acuerdo. No, no puede ser posible, qué se creen estos agentes de la CIA, si el pueblo boliviano, recua dolorosa según la presentan, alza a gritos su demanda de este para siempre y ningún otro. ¡Belzu ha muerto! ¿Quién vive ahora? Además, inconcebible que estos letrados al servicio de los Estados Unidos no entiendan que sobre la tierra hay algo nuevo, nunca visto (ahora está Trump para competir por el puesto). Asuntos como lo de la Zapata, las acusaciones de pedofilia, de paternidad cobarde y etcéteras son difamaciones, y, si ciertas fueran, es como leíamos en Ricardo Palma acerca del marino Juan de la Cosa: “niño bonito, con pajarito”.
“La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa?” El presidente, cabizbajo, pensaríamos que sube a su vieja bicicleta Hércules y pedalea por las soledades del altiplano. Pero, no, ¿cómo?, para él avión, la Hércules para la indiada, porque el señor Morales es cacique tan colonialista como los virreyes y tan feroz como Morillo o Boves, gachupines, durante la independencia. Ser Inca implica estar por encima de los demás, disfrutar de la mejor chicha (whisky etiqueta azul en su caso), de los mejores culos (ñustas y ñustos), de strogonoff y filetmignon, que el thimpu lo coman los daneses, carajo.
Tal vez Morales está en serio inaugurando otra era donde cualquier cosa es derecho humano. Reclamar, por ejemplo, sexo con las senadoras masistas (cosa que no haría ni ebrio) de manera natural. Si el gobierno no lo permite estará atentando contra mi derecho humano. La cantaleta puede ser larga: es mi derecho humano meter mano en el dinero fiscal; derecho humano desvestirse en la plaza Murillo y poner a orear el miembro recién utilizado. Derecho humano enseñar sin título en la universidad, dar misa, extramaunción y hasta acostarse con el muerto. Ni hablar de dar o quitar vida sin ton ni son. O solo el presidente es cromagnon y nosotros neandertales. Cuestiones básicas y vitales para saber si permitimos espacio a la locura o la contenemos.
Mejor, más fácil, más sobrio, además de elemental en cuanto a pluralidad y legalidad, decirle que no, que lo sentimos pero que este preciso derecho humano suyo lo puede convertir en cucurucho y… embolsillarlo. Esta vez no hay derecho ni izquierdo, ni humano ni inhumano. Simplemente ¡NO! Carajo, ¿cuánto te cuesta entenderlo?